Mi día comienza con la oración de la mañana, donde agradecer a Dios por un nuevo día es de suma importancia, y fortalecer mi vida espiritual es una prioridad.

Después de la oración de la mañana, hice mi devocional de lectura bíblica y, a las 9:20 a. m., decidí dar un paseo con mi esposa por la ciudad de Cantaura. Allí, mi esposa quería comprar zapatos o sandalias más cómodos para sus citas médicas relacionadas con problema de retina.

Desde que mi esposa comenzó el tratamiento de retina para mejorar su visión, hemos estado muy ocupados cuidando de su salud. Hoy, decidimos refrescar nuestra vista caminando por la ciudad para que mi esposa pudiera comprar sus sandalias.

La ciudad se veía muy despejada a pesar de que ya había comenzado la Semana Santa.

De hecho, visitamos varias zapaterías, pero no tenían el estilo que mi esposa buscaba.

Finalmente fuimos a otra tienda y había unas sandalias que le gustaban, pero desafortunadamente no tenían su talla. No pudimos comprar el modelo, así que acordamos comprarlas cuando viajáramos a Anaco para su próxima cita médica. De ahí, recorreríamos las tiendas de Anaco y compraríamos el modelo que buscaba.

Salimos de la tienda, pero no logramos nuestro objetivo de comprarle sandalias a mi esposa. Caminamos un poco más y echamos un vistazo a las pocas tiendas que quedaban, pero no tenían lo que mi esposa quería.

Nos dimos por vencidos y volvimos a casa para esperar hasta la semana siguiente y hacer recados en Anaco.

Llegamos a casa y, por desgracia, ocurrió lo de siempre: se fue la luz y no tuvimos ninguna hasta las 7 p. m., lo que me obligó a quedarme en casa esperando a dormir, porque no había internet ni forma de pasar la noche con entretenimiento.