Todas las mañanas en compañía de mi hija solíamos visitar a la señora María, quien vivía sola no muy lejos de mi casa.

Ella amaba su jardín, lo construyó cuando aún sus huesos le confirmaban juventud.

"De colores vibrantes" así se expresaba con respecto al paisaje pintoresco de su lugar sagrado.

Le llevaba un nutritivo desayuno, siempre con una buena taza de café, y ella al recibirme, me regalaba la sonrisa más linda llena de gratitud.

—¡Buenos días, señora María! ¿Cómo se siente hoy? Si no es molestia, me gustaría regar sus plantas, lucen hermosas y me sentiría muy feliz, si usted me permite cuidar de ellas.—Mi pequeña Valeria apresuraba sus pasos, para ser ella quien con amor y respeto; abrazara, le hablara a la señora María.

Con una risa a carcajadas, una que a su edad dejaba escuchar lo agotada que se sentía, pero complacida con la atención de mi hija.

Valeria pronto al haber recibido el consentimiento para ir al jardín y hacerse cargo del cuidado de las plantas, corrió hacia esa área de la casa. Yo me senté junto a la señora María, cerca de una fuente.

Los días para cualquiera podrían ser repetitivo, pero para la señora María, era un nuevo día, un compartir, una plática e intercambio de sonrisas.

—¿Has visto a mi hijo, José? Sigo esperando por él, no sé si seguirá trabajando, y me tiene preocupada.—Ella todos los días me hacía la misma pregunta.

José, era uno de sus hijos, él falleció hace 3 años, pero a ella nunca le informaron. El resto de sus hijos tomaron la decisión de mantener en secreto la muerte de José.

Unos años antes de la muerte de José, habían fallecido sus otros dos hijos Jhon y Martín, solo le quedaban en vida 2 hijas, pero ellas guardaban rencor hacia su mamá. Yo no sabía las razones, por lo que preferí atenderla mientras así lo podía.

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Minutos más tarde...

—¿Aquí vive la señora María? He traído un paquete, viene desde España.—Era un mensajero al otro lado de la puerta de entrada, se me hizo extraño, pero con cuidado me acerqué.

Era un joven educado, me hizo entrega de un paquete, le aclaré que yo era solo una vecina, quien visitaba a diario a la señora María, y lo que él me respondió, me dejó sin palabras.

—¡Espero que la señora María se encuentre mejor! Después de la muerte de sus hijos, parece que su alma hubiese salido de su envejecido cuerpo, y solo esté en la tierra sin saber qué hacer. Ella siempre pregunta por su hijo José, y él murió aquí en su casa. Tuvo un accidente que le quitó la vida en segundos, para ese entonces yo estaba repartiendo cerca y escuché los gritos de desesperación de la señora, como pude salté sobre la cerca y la ayudé, no hubo tiempo para llevarlo al hospital, era un caso perdido. La señora había pasado días sin comer, y su hijo, José la venía a visitar con un poquito de comida para compartir con ella. Los paquetes que ella ha estado recibiendo es de parte de una persona, que yo desconozco.

Al parecer esos paquetes han llegado cada dos meses, no sé qué traen, pero yo solo dejo el paquete.

En ese momento me atreví a revisar la caja, había comida enlatada, la misma la envió una persona la cual también escribió una nota...

Señora María, espero que esta comida le asiente bien, le deseo buena salud. Siempre le estaré agradecido por cuidarme cuando era un niño.

Para mí toda esa situación me parecía confusa, el mensajero se retiró y yo volví a la señora María y a mi hija...escuché el timbre de la puerta y fui hacia ella.

Para mi sorpresa, era una mujer muy alterada, irrumpiendo la casa de la señora María, repetía una y otra vez que era su hija, y que estaba allí para retirar un paquete que le habían enviado a esa dirección...

—¡Disculpe, pero usted no debería entrar a esta casa de esa manera! Independientemente si es de su mamá.—Me sentí indignada y hablé.

La mujer me arrebató la caja de mis manos y salió de la casa, yo no sabía qué hacer, cómo reaccionar.

La señora María comenzó a llorar y repetía una y otra vez, ¡Victoria mi hija! ¡Victoria mi hija!

—Señora María, pero su hija es una persona irrespetuosa.—Le hablé.

—¡Solo tiene hambre!—Agregó.

Desde ese momento no estaba segura de permitir que la señora María, estuviera sola por muchas horas y menos tras haber tenido un inconveniente, con Victoria, su hija.

Así que tomé la decisión de llevarla a mi casa, pasaría con mi hija y conmigo desde la mañana y parte de la tarde, de modo que aquella mujer no le restara tranquilidad a su madre.

Esa mañana me despedí de ella, con miedo, no quería que alguien la agrediera, era una señora amable aunque por momentos olvidaba lo que hablaba, y para mí era natural, a mí edad también he olvidado muchos asuntos importantes.

Para cuando era de tarde, a mi casa había llegado una vecina para hablarme, yo recién tenía unos meses de haberme mudado a esa urbanización, por lo que no era muy conocida entre los habitantes de ese lugar.

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—¡Disculpe vecina! Me he dado cuenta que desde hace días usted visita a la señora María, ella es una noble mujer. Ciertamente la edad y el estar sola, ha hecho que no tenga conversación con fluidez, pregunta a diario acerca de su hijo José. Me gustaría hacerle saber, que la joven que llega a mitad de mañana, es una de sus hijas, y es quien se aprovecha de lo que la señora, su madre, recibe para mantenerse con vida.—Fueron sus palabras.

Y allí fue cuando comprendí todo lo que había sucedido, pero esa situación no se quedaría impune, que su hija se haya aprovechado de lo que recibe su mamá, me causó indignación. Era un problema de familia, pero la señora necesitaba recibir apoyo.

La señora María viviría conmigo, ninguna de sus hijas tendrían porqué saberlo. La dejaron abandonada y una de ellas solo le arrebataba lo que con amor y agradecimiento aquella persona le enviaba.

Fue un placer haber participado en este concurso, gracias a @aplausos por su cordial invitación, así mismo me gustaría invitar a @sariana23 @venecineaudio y @blessedlife