Desde que era pequeña, y vivíamos en Caracas, me acostumbré a oír la Radio Nacional. Esa era la emisora radial que mamá sintonizaba tanto en su carro como en el apartamento.

Siempre recordaré o asociaré la música clásica con esos años en la capital. Una voz femenina, pausada, al finalizar un tema decía, por ejemplo:

Han escuchado Nocturno en Mi mayor (opus 9 Nº 2) del compositor polaco Fréderic Chopin.

Mamá puede escuchar música clásica en cualquier momento y me parece que eso incidió en que mis hermanos me impulsaran a que yo fuera el DJ cuando nos reuníamos.

Dicho lo anterior nosotros, sus hijos, tampoco sabemos de dónde salimos, jajaja. A mí me gusta de todo, mi hermano es más salsero y de las voces urbanas nuevas, y mi hermana es la más bochinchera.

Cuando íbamos goteando a la casa materna, por ejemplo en navidad para adornar la casa, mi mamá normalmente estaba escuchando música clásica.

Nosotros llegábamos cansados del trabajo, con una caja de cerveza, adornos recién comprados, a veces hasta con pizzas o cualquier comida para picar y mamá se alegraba mucho. Sin embargo, ella sabía que la música a partir de nuestra entrada a la casa iba a ser gaitas porque la creativa de mi hermana funciona con música alegre, tal como ella misma dice.

Igual, puedo comentar que cuando nos reuníamos para comer juntos; allí estaba mamá cocinando (no le gusta mucho cocinar) con música clásica de fondo y muy feliz por el encuentro familiar.

Por lo general, apagamos el equipo de sonido porque también nos gusta conversar. Preparábamos la mesa y almorzábamos o cenábamos según fuera la ocasión. Luego, mis hermanos me hacían señas para que cambiara la música después de la sobremesa.

Mamá puede limpiar, lavar ropa, cocinar, descansar, etc., con música clásica. Eso la hace feliz y con los años hemos respetado sus gustos.

Lo único es que cuando vamos a hacer algo para la casa le decimos que se olvide de los violines, las flautas y los trombones.

A continuación, Nocturno de Chopin