Algunas compras y una tarde tranquila: encontrar la alegría en las cosas sencillas

Me desperté un poco tarde por la mañana, ya que no me dormí hasta la noche, pero en cuanto abrí los ojos, me refresqué y ofrecí la oración. Después de usar el Corán un rato, empecé con mis tareas habituales. Pasé la tarde haciendo tareas de la universidad y algunas tareas domésticas. Después del Maghrib, tenía un poco de hambre y me apetecía comer algo diferente. Pensé en comer algo del restaurante local, que además es un poco picante y contundente.

Cuando llegué al restaurante, estaban preparando un rollo de pollo; no pensé en nada más y pedí. Observar el proceso de elaboración también fue bastante interesante. Primero, extendieron caliente un paratha tandoori recién hecho, cuya textura era absolutamente crujiente pero suave por dentro. Extendieron una capa de chutney ligeramente picante y luego añadieron cubos de pollo picantes entre medias, probablemente al estilo tandoori; el sabor y el aroma ligeramente quemados de las especias me hicieron la boca agua. El pollo ya estaba marinado y frito, pero aún estaba ligeramente asado, lo que realzaba aún más su sabor.

Después de rellenar los rollitos, los rocié con cebolla ligeramente picada y un poco de chutney verde. Luego los enrollé firmemente, los envolví en papel manteca y los serví. Al primer bocado, la combinación de paratha crujiente y pollo jugoso fue realmente increíble. Las especias estaban perfectamente equilibradas: ni demasiado picantes ni demasiado suaves. También tomé una bebida fría con el rollito, que maridaba a la perfección con este capricho picante.

Después de comer el rollito, recordé que también tenía que comprar comida, así que compré tomates frescos, cilantro verde y berenjenas en un puesto cercano. Lo guardé todo con cuidado en una bolsa de plástico y volví a casa colgándola del asa. El pequeño tour de hoy y el delicioso rollito de pollo fueron sin duda lo mejor del día. Estaba cansado, pero mi mente estaba feliz con estos rollitos crujientes y la comida fresca.

Al volver a casa, lo primero que hice fue guardar la compra en el frigorífico. Los tomates estaban frescos, rojos y brillantes, y el cilantro le daba un aire fresco a toda la cocina. Las berenjenas también estaban gruesas y firmes; justo en ese momento decidí preparar bharta de berenjenas para comer mañana. Luego me lavé las manos y la cara, me cambié de ropa y me tumbé cómodamente en la cama un rato, pero el sabor del rollo de pollo seguía en mi lengua. A veces, incluso las pequeñas cosas alegran el día.

Después de un rato, cogí el móvil y revisé WhatsApp; circulaban memes en el grupo de mis amigos; me reí al ver uno o dos. Luego, sin motivo alguno, revisé Instagram y TikTok. Vi un reel donde alguien preparaba un rollo de pollo exactamente igual al que yo acababa de comer; la diversión se duplicó. Parece que el universo también ha comprendido mis antojos.

Ya anochecía, así que ayudé a mi madre en la cocina: la ayudé a preparar rotis y a colocar bien el resto de las verduras en la nevera. Tenía ganas de cenar ligero, ya que los panecillos me habían llenado el estómago, así que solo comí un poco de ensalada y bebí agua. Sentado con mi madre, tomé un chutney ligero; al ver la compra, también se alegró de que hubiera traído todo fresco.

Por la noche, antes de acostarme, preparé una taza de té verde, me senté cerca de la ventana y la bebí con delicadeza. Afuera soplaba una ligera brisa y las luces de la ciudad me proporcionaban un consuelo diferente. Pensé en los planes del día siguiente y en el trabajo pendiente, pero en ese momento solo quería encontrar consuelo. Esa noche de rollos de pollo se convirtió en algo memorable, a pesar del cansancio. A veces, incluso el supermercado del barrio te conquista, sobre todo cuando se necesita algo de sabor y sencillez en la vida.

Luego escribí un poco en mi diario, anoté mis pensamientos y me dormí después de rezar, con la esperanza de un nuevo día.

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