Hablemos de animales salvajes / El loro grosero de mi madre

Saludos cordiales, amigos steemians amantes de los animales. En esta ocasión les voy a hablar de un animal salvaje que fue capturado y convertido en mascota. Se trata del loro malhablado de mi madre, al que llaman Luly.

Luly el malhablado.

Les cuento que este animalito llegó a casa hace unos 35 años. Por lo menos pudo disfrutar un poco de los tiempos de la IV República de Venezuela, cuando vivíamos como reyes, pero que, aun así, nos quejábamos como cochinos.

Cuando lo trajeron ya era adulto y, por lo tanto, no muy dado a que le pusieran las manos encima. Sin embargo, una de mis hermanas comenzó a hacerle mimos y, cuando creyó que el bichito se había vuelto mansito, de pronto, el loro le metió un mordisco en la boca que por poco no la dejó chinga.

Al poco tiempo, este loro comenzó a imitar el habla de la gente, pero desdichadamente lo que más dice son groserías. Como el ave está al frente, en el porche de la casa, a veces los que pasan por allí se ofenden hasta que se dan cuenta que es un piche loro.

Si el loro grosero de mi madre es viejo, más viejo es el loro de mi vecina aquí en Ciudad Bolívar, al que se le estima una edad de 70 añitos. Pues eso es lo que me cuenta el hijo de doña Nieves. Lo que observo entre ambos loros, el de mi mamá y el de mi vecina, es que son exactamente de la misma especie.

Se trata de loros reales cuyo nombre científico es Amazona ochrocephala. Estos animales habitan a lo largo y ancho de la América tropical y en la naturaleza se alimentan de frutas, bayas, nueces, semillas e incluso de flores.

Estos loros hacen sus nidos en los huecos de los árboles y pueden sacar de 3 a 4 pichones en cada nidada a lo largo de un año. La gente proclive a tenerlos como mascotas prefieren adoptarlos juveniles, dizque porque así llegan a hablar más paja que el comandante difunto.

Lamentablemente muchas personas capturan a los loros por la capacidad que tienen estas aves de imitar el habla de la gente, lo cual es un criterio poco convincente para que convirtamos en mascotas a animales salvajes, porque una cosa es un animal doméstico y otra es un animal salvaje. Por lo tanto, no tenemos ningún derecho de anular la libertad de estas aves, máxime si se trata de especies que vuelan.

Bastante triste y patético es ver que muchos animales terminan presos en las jaulas o patios de las casas. Por eso es mejor que cambiemos la vanidad por bondad y no nos prestemos a dichas malas costumbres.

Preso sin tener la culpa.

Fotos tomadas con un Huawei Honor 7S

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