Hay una etapa por la que yo estaba pasando… Una etapa por la que quizás tú también estás pasando.
Una etapa en la que la mayoría de las personas que nos rodean —chicos, chicas, amigos, desconocidos— están atrapados en silencio.
Se llama sobrepensar.
Y hoy en día, parece que casi todo el mundo está lidiando con ello.

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Sobrepensar es ese tipo de pensamiento en el que piensas y piensas… pero nunca encuentras una solución real.
Reproduces situaciones en tu mente, las analizas, las rompes en partes una y otra vez… pero nada se vuelve más claro.
Si acaso, tu mente solo se vuelve más pesada.

Dejas de escuchar lo que las personas dicen…
Y comienzas a enfocarte en cómo lo dijeron.
Su tono. Su expresión.
La pausa entre frases.
Te quedas atrapado en sus palabras, en momentos, en cosas que ya pasaron.

A mí me ha pasado más veces de las que quisiera admitir.
Empiezo a cuestionarlo todo.
¿Por qué dijo eso?
¿Qué hice mal?
Tal vez no debí decir eso.
Tal vez lo herí.
Tal vez empeoré las cosas.
Y estos pensamientos no se detienen.
Giran en mi cabeza como una tormenta.

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Solía pensar que el sobrepensar venía solo de emociones negativas: miedo, inseguridad, ansiedad.
Pero la verdad es que… a veces también nace de lo positivo.
De cuidar demasiado.
De querer que todo esté bien.
De desear no haber dicho algo que pudo haber herido a alguien.
De esa esperanza constante de arreglar, de sanar, de evitar errores.

Quieres paz.
Quieres claridad.
Pero tu mente sigue reproduciendo un bucle que nunca pediste.
Llega un punto en el que ya no solo estás pensando...
Estás sobrepensando todo.

Y eso es invisible.
Nadie ve la tormenta en tu cabeza.
Nadie escucha el ruido de tu silencio.
Estás sonriendo… pero mentalmente recreando la conversación de ayer en cinco versiones diferentes.

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Estás callado… pero tu mente está gritando.

Pero escucha esto:
No estás solo.
Esto no es debilidad.
No es ser dramático.
Es una señal de que tu mente es activa, sensible y profundamente humana.
Sí, hay que aprender a controlarlo… pero no te hace menos.

Aun así, mereces paz.
Mereces descanso.
Mereces una mente que se sienta como hogar, no como un campo de batalla.

Así que si estás sobrepensando ahora mismo… detente un momento.
Respira.
Escríbelo.
Exprésalo.
Déjalo salir.

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¿Y ahora?

Ya no me llamo una persona que sobrepiensa.
Porque ya no pienso demasiado en cosas que no merecen tanto de mí.
He aprendido a dejar que las cosas simplemente sean.
A no analizar cada palabra… cada pausa… cada situación.
A dejar de cargar con culpas por cosas que ni siquiera fueron mi error.
He aprendido a no preocuparme tanto.
Y no, no es frialdad… es paz.

Así que si tú aún estás atrapado en ese bucle… está bien.
Es solo una etapa. Y puede pasar.
Porque si alguien como yo logró salir de eso…
Tú también puedes.