Holaaa, como van ?
Hoy les vengo a contar mi día de pasantía y de las cosas Random, que siempre me terminan pasando

El 29 comenzó tarde. Tenía programada la pasantía de 1 a 6 de la tarde, así que el día arrancó con calma… hasta que sonó la voz de mi mamá llamándome: “¡Lena, empieza a organizarte!”. Ahí empezó el ritual: bañarme, maquillarme, definir mi cabello, preparar el uniforme, empacar los cuadernos y la hoja de pasantía. Incluso el transporte ya estaba cuadrado: Gaimer , el taxi de confianza, me llevaría con tiempo de sobra.

Yo misma soy quien hace la planificación de las pasantías, organizo los turnos, que no es tarea fácil… y justo esa semana habíamos tenido un lío con los días de algunos compañeros. Eso recayó en mí, como siempre, pero logré resolverlo. O eso creía.

Al llegar al Rosario, donde hacemos las pasantías (ya les he contado de este lugar en otros vlogs), me abrió Diego, mi compañero. Y mi primera reacción fue: “¿Qué hace Diego aquí si hoy me tocaba sola?” Pero él, con la misma sorpresa, me respondió: “¿Y tú qué haces aquí si hoy me tocaba a mí?”

Nos reímos un poco, aunque en el fondo era desconcierto. Revisamos las planificaciones y ahí estaba el error: en mi primera versión yo había quedado para el martes, pero por los acuerdos con Fabiana y Diego les cedí ese turno. Entre tanto cambio, yo lo olvidé. Ellos estaban en su derecho y yo… había terminado yendo el día equivocado.

Poco después llegó Fabiana, tan sorprendida como nosotros. Por suerte, mis compañeros son muy queridos y se acoplan a lo que sea. Y la verdad, ¡fue un gran día! Conocí nuevas personas en la farmacia, hicimos inventarios, revisamos carpetas y hasta llegaron medicamentos nuevos que pudimos despachar por primera vez. Todo era aprendizaje, aunque confieso que tenía un poquito de miedo —mi mamá siempre dice que tengo “manos de mantequilla”— pero salió bien.

El compañerismo hizo todo más fácil. Tanto que nuestra supervisora, viendo que se venía un aguacero, nos dijo que nos retiráramos antes para que alcanzáramos el transporte. El destino estuvo de nuestro lado: todos logramos irnos seguros.

Al final, mientras el día terminaba, yo solo pensaba en algo: no importa si los planes cambian o si cometemos errores; a veces el universo acomoda las piezas para que aprendamos a fluir y a valorar lo que nos rodea. Ese día, que empezó con un error, terminó siendo perfecto.

Gracias por leerme y por siempre conectar conmigo. Nos vemos en el próximo blog. 🌙✨