Cuidar a una persona con Alzheimer no es tarea fácil. Hay días buenos y días que parecen no terminar nunca. Sin embargo, muchas familias logran sobrellevarlo con más calma que otras, y una gran diferencia suele estar en el vínculo previo que tenían con el enfermo. Cuando hay cariño y unidad desde antes, todo fluye un poco mejor.

Aun cuando la memoria y otras capacidades se van perdiendo, el afecto sigue siendo un puente importante. Una caricia, un tono de voz amable, mirarle a los ojos o llamarlo por su nombre puede transmitir más que mil palabras. No todo es lo que se dice: el lenguaje corporal y la forma en la que nos acercamos son igual de importantes.

Un buen sentido del humor también ayuda. Reírse juntos de los pequeños errores puede quitar tensión y crear momentos bonitos en medio de la confusión.

Mantener un entorno simple y familiar

Las personas con Alzheimer se sienten más tranquilas en lugares que reconocen y con rutinas claras. Cambiarles de entorno o de hábitos puede aumentar su desorientación. Algo tan sencillo como un calendario grande, con las actividades anotadas, puede darles seguridad.

A medida que avanza la enfermedad, seguir instrucciones se vuelve complicado. Por eso, lo ideal es dar indicaciones cortas y simples, e incluso ayudar paso a paso. Si se trata de vestirse, por ejemplo, dejar la ropa en el orden en que debe ponérsela puede marcar la diferencia.

El movimiento y la música son aliados
Algunos caminan sin parar y pueden perderse, lo que es un riesgo serio. Si salen a pasear, es clave hacerlo acompañados y con precauciones. Otros, en cambio, pasan mucho tiempo sentados. En esos casos, animarlos a cantar, aplaudir o bailar puede ser muy positivo. La música, en especial, suele despertar recuerdos y emociones incluso en fases avanzadas.

Mi suegra, durante el día preguntaba lo mismo una y otra vez, y nunca mi esposo se lo reprochó, siempre le contestaba la pregunta con las mismas respuestas.

Aunque el enfermo ya no hable o parezca no saber quién eres, tu presencia sigue contando. A veces una mirada, un gesto o una respuesta inesperada demuestran que todavía sienten y perciben más de lo que imaginamos.

En definitiva, cuidar de alguien con Alzheimer implica paciencia, cariño y mucha observación.

No siempre es fácil, pero incluso en los momentos más duros, esos gestos de conexión y ternura pueden marcar la diferencia, tanto para la persona enferma como para quien la cuida.

Espero esta información, pueda ayudar a esas personas que tienen familiares a su cuidado que sufran de esta enfermedad.