Atravesando el Invierno
Hay días en que el invierno no se conforma con quedarse afuera: se mete en la ropa, en la piel, en los pensamientos. Caminar por la ciudad en esas mañanas heladas es como atravesar un silencio espeso, donde todo parece ralentizarse. Los árboles desnudos, el vapor que sale de las bocas, el cielo apagado... todo habla de quietud y de espera. Pero también, en medio de ese frío, existen pequeñas ceremonias que abrigan más que cualquier abrigo.
Hoy fue uno de esos días en los que cada paso parecía retar al clima. Sin embargo, apenas crucé la puerta del restaurante, algo cambió. El calor del ambiente me envolvió de inmediato, y con él llegaron los aromas: comida casera, pan tostado, café recién hecho. El murmullo de las mesas llenas, el tintinear de los cubiertos, las risas bajitas... todo eso tejía una escena que contrastaba con el mundo helado que había quedado afuera.
Pero el verdadero refugio llegó en forma de un mate. Amargo, como debe ser. Cebado con cariño, con yuyos que perfuman y despiertan recuerdos. Lo sostuve con ambas manos como quien agarra un secreto compartido. En ese gesto simple había algo poderoso: una pausa, un ancla, un vínculo invisible con quienes lo entienden.
Más tarde, ya en otro rincón de la ciudad, fue el turno del café. Un cortado espumoso, servido en una taza blanca sobre una barra de madera lustrada por el tiempo. La máquina de café exhalaba vapor como si respirara con nosotros, y cada sorbo parecía devolverle movimiento al cuerpo. En ese instante, mientras miraba por la ventana empañada, sentí que el invierno ya no era tan hostil.
A veces, lo único que hace falta para calentar el alma no es un gran fuego, sino algo mucho más sencillo: una bebida caliente entre las manos, un lugar donde quedarse un rato, y la certeza de que los pequeños rituales también son formas de cuidarse.
Porque, al final, el invierno no se vence: se atraviesa. Y mejor si es entre mates y cafés compartidos.
Las fotografías y el texto son de mi autoria.
se encuetra IA en esta pubicacion.
Para nada amigo, todo sale de mi mente.