El poder de lo sencillo
Todo empezó con hambre y pocas ganas de cocinar. Rebuscando entre lo que había en casa, encontré medio aguacate y un frasco de miel que hacía tiempo no usaba. Sin pensarlo demasiado, los junté. No sabía que ese gesto tan simple iba a convertirse en un momento de descubrimiento.
El aguacate, con su textura suave y color verde intenso, siempre fue más que una fruta: es energía saludable, es grasa buena, es alimento para el cuerpo y la mente. Tiene más potasio que el plátano y una fibra que cuida el intestino sin esfuerzo. Comerlo es como darse un abrazo por dentro.
La miel, espesa y dorada, no solo endulza. Es naturaleza concentrada. Energía directa, sin intermediarios, con antioxidantes, con memoria floral, con las huellas del trabajo de miles de abejas y manos sabias. Tiene algo de medicina, algo de magia.
Juntos, aguacate y miel no discuten, se entienden. El primero calma, la segunda brilla. Se complementan sin necesidad de más: sin limón, sin sal, sin adornos. Solo lo esencial.
Muchos ya lo sabían desde antes, desde siempre. En pueblos donde el tiempo pasa más despacio y el cuerpo manda más que el calendario, esta mezcla no es novedad. Es tradición, es conocimiento que no se escribe, se transmite.
No fue una receta, fue un reencuentro. Y al final, lo que parecía un antojo terminó siendo una lección: a veces, el cuerpo solo pide volver a lo simple. Porque hay combinaciones que no solo alimentan, sino que reconectan.
Saludos amigo. Yo amo el aguacate, es una cosa tan sabrosa, es el acompañante perfecto para cualquier comida. Una vez lo probé con adobo y el sabor es estupendo.
Una combinación bastante interesante debí decir, pero lo importante es que sepa bien. Saludos!
!category 3
Tu texto es un verdadero poema gastronómico que convierte un simple antojo en una experiencia sensorial y cultural.
No olvides votar a @cotina como tu testigo o establecernos como proxy de voto!
Post agregado a la lista. Sera votado en los próximos minutos.