Un buen DomingosteemCreated with Sketch.

in Comunidad Latina28 days ago

Era Domingo y empezó como suelen empezar los buenos domingos de verdad: sin apuro, sin sobresaltos, con esa calma que solo llega cuando no hay obligaciones que corran detrás. El aire de la mañana traía el perfume leve de la leña encendiéndose, y en el ambiente flotaba una promesa tácita, inconfundible: hoy se come bien.

Las brasas empezaron a tomar vida despacio, como si entendieran que lo que se cocina con prisa no tiene el mismo sabor. Mientras tanto, ya había manos que habían hecho lo suyo: sobre la mesa improvisada, una picada nos esperaba como prólogo perfecto. Chorizo colorado cortado bien finito, queso fresco que se desarma con apenas tocarlo, un poco de aceitunas negras, pan crocante. Y claro, una copa generosa de fernet con cola, bien frío, como dicta la costumbre.

Nos sentamos alrededor sin ceremonia, como lo hacíamos siempre, pero sabiendo que cada una de esas juntadas era especial, aunque no lo dijéramos en voz alta. La charla empezó con lo de siempre: bromas, historias repetidas, esas anécdotas que uno ya se sabe de memoria pero que igual disfruta como si fueran nuevas. Y entre palabra y palabra, una risa honesta. Esas que te llenan el pecho sin que te des cuenta.

La parrilla empezó a crujir con ese sonido que es música para el alma criolla. El primer contacto de la carne sobre las rejillas fue como un suspiro largo. Costillares que prometían gloria desde el primer vistazo. En la cruz, lenta y firme, otra tanda de sabor se cocinaba entre humo y tiempo. El humo, ese que parece bailar al ritmo del viento, subía en espiral como si llevara mensajes secretos al cielo. Y entre vuelta y vuelta, un brindis. Una mirada. Un “mirá lo que es eso” que no necesitaba más palabras.

El sol empezó a bajar con esa lentitud que uno desearía poder guardar en un frasco. Y con él, la charla también cambió de tono. Ya no eran solo risas: aparecieron esas confesiones que solo surgen entre amigos verdaderos, cuando hay calor de fuego y copa en mano. En ese momento se abrió la botella esperada. Un Gran Famiglia tinto, guardado especialmente para ese día, como se guardan los buenos vinos y las buenas intenciones. El descorche fue lento, casi solemne. Se sirvió la primera copa con cuidado. Un brindis al aire, por los presentes, por los que ya no estaban, por lo que vendrá.

El primer trago fue todo lo que tenía que ser: intenso, cálido, familiar. Y con él, un bocado de pan crujiente, un silencio compartido, un recuerdo que se asomaba sin ser invitado. Porque esos momentos también tienen algo de nostalgia, aunque estén llenos de alegría. Porque uno sabe, en el fondo, que la vida pasa, que las juntadas no son eternas, y que por eso mismo hay que celebrarlas como se celebran las cosas que importan.

Y fue ahí, en medio del humo, la carne que ya estaba en su punto justo, el pan compartido y las palabras sinceras, donde entendimos una vez más —como tantas otras veces, pero con más claridad— que no hace falta demasiado para ser feliz. Un salame bien cortado, brasas bien cuidadas, un buen vino que una las palabras. Y sobre todo, gente querida que te acompañe en la mesa y en la vida.

Porque si la vida se compone de momentos, que muchos de los nuestros se sigan pareciendo a este. Aunque los años pasen. Aunque las caras cambien. Aunque algún día solo quede el recuerdo. Que ojalá, al cerrar los ojos, siempre podamos volver a ese mediodía de brasas vivas y corazón contento.

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 28 days ago 

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¡Hola⭐️✨ Gracias por compartir tu publicación con la comunidad!☺️❤️ Que bueno que pudiste disfrutar el domingo con amigos y disfrutar de una parrillada! ¡Recuerda justificar los textos para que sea más organizado y más fácil de leer! ¡Saludos! 🩷🌷✨

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 28 days ago 

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