Hola a todos. Espero que todos estemos bien hoy. Esta es una historia con la que es muy fácil identificarse y quería compartirla.
Hay gente que sabe ponerte de los nervios de punta.
Aunque no sé si esto es un don.
Es comprensible que estés estresado más tarde en el día, porque tienes que hacer muchas cosas y es posible que algunas personas te decepcionen.

Pero poner nervioso a alguien a propósito solo porque se te da bien no tiene sentido.
Quedé en pasar el fin de semana con unos amigos en su casa.

Un cambio de ambiente a veces ayuda. Bueno, había ido a despejarme.
Y resultó que la culpa era mía.
Me acababa de despertar poco después de las 6 de la mañana para responder a un mensaje que no pude responder el día anterior. Enseguida, oí que llamaban a la puerta, que parecían más bien un portazo.

Si los vecinos no estuvieran charlando afuera, habría pensado que nos iban a robar.
Miré mi teléfono para confirmar la hora, y estaba convencido de que robar a esa hora era pedir que me quemaran de madrugada.

_{La reacción después de escuchar lo inesperado.}

Tuve que darme prisa. Al quitar el pestillo, se oyó otro golpe. Un poco asustado, pero casi furioso, le pregunté a la mujer bajita y elegantemente vestida por qué tenía que llamar de esa manera.
"¿Cómo?", me respondió con arrogancia.

Como solo estaba de visita, no tenía derecho a preguntarle a nadie. Pero ella podría haber respondido mejor. Amablemente, le dije que no lo intentara en otro momento, sabiendo que algunas personas podrían estar durmiendo.

Pasó junto a mí y llegó a donde esperaba ver a su amiga. Pero resultó que la persona que buscaba no era la indicada.

En ese momento, las otras compañeras de piso casi la regañaban por ser tan grosera, y eso era todo lo que necesitaba para calmarse.

Volví a continuar con lo que había empezado. Ella no era ni la más mínima de mis asuntos.
Ahora, creo que había aclarado mis ideas lo suficiente como para volver a mi casa.

El problema de que a veces nos vistamos tan bien por fuera, pero olvidemos nuestra ropa interior cuando salimos no es moda, es preocupante.

De nuevo, ¿quién soy yo para no volver corriendo a casa en este momento?

Espero que hayas disfrutado leyéndolo.

Gracias por leer.