Diario – Día en el parque
Hoy fue uno de esos días que uno quisiera guardar en una cajita para abrir después y volver a sonreír. Nos fuimos al parque con Bianka y la gordita, Alisha, cargados de cositas sencillas: colores, un cuaderno, agua y la manta verde que siempre nos acompaña.
Bianka, como siempre, paciente y sonriente, se sentó a colorear con Alisha. Le regalamos unos creyones nuevos y ella estaba más feliz que muchacho con juguete nuevo. Me encanta verla en esos momentos tan de mamá, pendiente de cada detalle, disfrutando lo pequeño como si fuera un tesoro.
Alisha, bueno, ella es un terremotico con moño. En un rato estaba dibujando, al otro revisando la bolsa, después corriendo por el pasto con los zapatos fuera. Es increíble cómo encuentra diversión en todo. Hasta sus boticas con arcoíris quedaron tiradas como si fueran parte de su propio juego.
Yo, por mi parte, terminé trepado en un juego del parque haciéndome el payaso para que se rieran. La verdad, disfruto demasiado hacer el ridículo si con eso logro que Bianka y Alisha se rían a carcajadas.
En medio de todo eso, me puse a pensar que estos momentos valen más que cualquier cosa. El sol pegando fuerte, el viento fresco, los colores regados en la manta, y nosotros tres juntos… Eso es lo que quiero que mi hija recuerde cuando crezca: la risa, el amor y la sencillez de pasar un día en familia.
Hoy no hubo nada extraordinario, pero la verdad es que lo más grande que tenemos es justamente esto: estar juntos.
— Daniel