Ana María y Pedro habían cumplido, recientemente, cuarenta años de casados. Y los hijos habían planificado una fiesta para celebrarlo. Invitaron a los amigos de la universidad y también a los familiares más íntimos.

Ana María salió antes que Pedro del consultorio, porque su hija le insistía en que la acompañara a la peluquería. Pedro se quedó a atender al último paciente, y se tardó con él más de lo previsto; razón por la cual el teléfono repicaba incesantemente.

—Amor, ¿dónde estás? ¿Ya deberías estar aquí? —decía un mensaje de voz de Ana María.

Pedro le mandó un mensaje de voz por whatsapp:

—Se me hizo tarde, voy en camino.

Pedro apagó el teléfono para no caer en la tentación de responder a las llamadas mientras conducía.

Las horas de espera se extendieron, y Ana María comenzó a ponerse ansiosa, así que decidió salir a buscarlo por la ruta que él siempre tomaba de regreso a casa. El tráfico estaba colapsado, la policía de tránsito estaba desviando a los conductores, porque había habido un accidente.

Ana María tuvo un mal presentimiento. Trató de hablar con los funcionarios, pero estos no le prestaban atención a sus palabars; entonces estacionó su vehículo donde pudo y corrió al lugar del accidente, y allí encontró a Pedro, atendiendo al herido. Ana María corrió hacia él, lo abrazó con fuerza y lloró sintiendo que ese día renovaba sus votos de amor.

Me gustaría invitar a este concurso organizado por @weisser-rabe a @evagavilan, @genomil y @marcybetancourt.

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