La investigación aún estaba en curso, porque incluyó pruebas con pacientes terminales, que cuando comenzaron a recibir la medicación creada por ellos mostraron una mejoría extraordinaria. Lo más sorprendente de todo fue cuando uno de los pacientes, luego de recibir el tratamiento, se realizó los exámenes de rutina y salió libre del virus.

Los médicos estaban sorprendidos por la cura del paciente y comenzaron a compartir la noticia con todos los médicos y con algunos laboratorios de medicamentos.

En poco tiempo, había personas de todas partes del mundo tratando de contactar a August y a Jéremy para comprarles la fórmula del medicamento o para contratarlos para que trabajaran en sus empresas.

Sin embargo, August, a diferencia de Jéremy, no deseaba trabajar para nadie y mucho menos vender la composición química de su medicamento, pues quería tener su propio laboratorio, ya que en la investigación que realizó confirmó que hacía veinte años que se había creado la cura para el VIH, pero que el laboratorio que había comprado la fórmula había modificado la molécula de uno de los componentes químicos para que los pacientes no se curaran en su totalidad, sino por cortos lapsos de tiempo.

Jéremy, por su parte, era más ambicioso, y solo le interesaba el dinero. Poco le importaba si la gente se curaba o no de VIH. Estaba deseoso de alcanzar fama como químico y soñaba con vivir sin preocupaciones económicas.

Ante el acecho de los laboratorios y de Jéremy, August decidió abandonar el país sin decirle a nadie dónde estaba; mientras que Jéremy trataba de conseguir la fórmula completa de la composición del medicamento, ya que esa información estaba en el computador de August.

Esa noche, cuando Jéremy estaba en el laboratoria, esperaba un correo electrónico de August. Estaba nervioso, caminaba de un lugar a otro, tomaba café y encendía cigarrillos que se consumían solos al borde de la cenicera, sin que él se los llevara a la boca; estaba tratando de dejar de fumar, pero la angustia lo amenazaba con recaer en el vicio.

Dijo para dentro de sí: "August no me puede fallar en esta oportunidad".

No había terminado la frase cuando sonó su computadora para anunciarle que había recibido un correo electrónico. Corrió hacia la silla, se sentó y colocó la clave a la computadora. Allí estaba el correo de August.

Casi, simultáneamente, tocaron la puerta del laboratorio. No pudo evitar ponerse nervioso, pues se creía solo en el edificio; incluso le había dicho al vigilante de turno que se fuera a descansar, que él tenía las llaves para cerrar.

Jéremy comenzó a descargar la información que estaba en el correo electrónico de August. Pero, nuevamente, se escucharon los toques en la puerta, y esta vez con mayor intensidad.

Jéremy no sabía qué hacer: si pararse de la silla para ir a ver quién tocaba la puerta o, simplemente, ignorar los toques para hacer creer que no había nadie en la oficina. Sin embargo, esta vez el toque se hizo acompañar de una voz que decía:

Abre, Jéremy, sé que estás allí.

La voz no le era conocida, lo cual era sumamente extraño, cómo había podido llegar alguien al edificio, si él mismo lo había cerrado con llave. Jéremy se temía lo peor. Alguien trataba de saber el secreto que él y August guardaban.

Trató de comunicarse con August, a través de un mensaje por whatsapp, pero comprobó que no tenía cobertura; entonces fue poniéndose cada vez más ansioso.

Ya los archivos del correo que August le había enviado se habían descargado: Solo atinó a leer:

Esta es la composición química del líquido que te sacará de la ruina.

Jéremy miró hacia la puerta y vio que un humo color violeta se dispersaban por toda la oficina.

Al cabo de 20 minutos, Jéremy se encontraba desmayado. Las personas que tocaban la puerta lograron ingresar al laboratorio, August era su rehén, y había abierto con sus llaves.

Con un arma de fuego apuntaron a August y lo obligaron a descifrar el contenido del correo que le había enviado a Jéremy.

August se negaba a cumplir el mandato de sus rehenes, pero comenzaron a torturarlo quemándole el cuerpo.

August les preguntó:

—¿Quién los mandó?

Ellos le respondieron con un golpe en la mejilla.

—¿Fueron los del laboratorio Botany, verdad?

Un nuevo golpe, esta vez en el estómago lo dejó sin palabras.

August estaba contra la espada y la pared, no tenía más alternativa que darles a los peligrosos hombres, la composición química del medicamento.

Cuando los hombres obtuvieron la información de parte de August, le dieron un disparo en la cabeza; y luego fueron hasta donde se encontraba Jéremy, y le ofrecieron un líquido que lo hizo volver en sí.

La fórmula del medicamento no era la correcta. Pero Jéremy junto con otro equipo de químicos logró dar con la fórmula. Como era de esperarse, todos los méritos fueron para Jéremy, y la empresa farmacológica Botany logró todos los premios nacionales e internacionales por haber financiado este nuevo avance de la medicina. Sin embargo, había un detalle con el medicamento: Los pacientes debían colocárselo cada dos años para mantenerse libres del virus.

Fin

Me gustaría invitar a @acostacazorla, @genomil y @evagavilan.