Wordsmiths Fiction Week 6: Season 24 – The Mystery of Project Z

PRIMERA PARTE

Dineth, un gran aficionado a la ciencia, pasaba horas construyendo robots y mezclando líquidos extraños en tubos de ensayo en el laboratorio de su abuelo. También leía los libros de ciencia que su abuelo le había dejado.

Un día, mientras organizaba el laboratorio de su abuelo, encontró una pequeña caja de metal con un interruptor y una nota:

"Proyecto Z — No se debe probar. No está listo."

Dineth se sorprendió y sus ojos se iluminaron de emoción.

¿Qué era el Proyecto Z? ¿Un dispositivo para viajar en el tiempo? ¿Un teletransportador? La nota no decía nada. Tomó la caja y fue a su habitación. Cerró la puerta con llave. Luego la revisó con curiosidad.

No tenía ni idea. A partir del día siguiente, leyó más sobre los inventos de su abuelo. Pero el misterio de la caja siempre lo atormentaba. Una tarde lluviosa, pulsó el interruptor. Pero no pasó nada. Estaba decepcionado. Pensó que estaba roto. Pero cuando se dio la vuelta para irse, la caja se iluminó y emitió un suave zumbido. La habitación se llenó de una luz azul. Las paredes empezaron a temblar. De repente, una voz grave salió de la caja.

Acceso concedido. Iniciando transporte en 10... 9... 8...

SEGUNDA PARTE

Al terminar la cuenta regresiva, se produjo un ruido similar al de una centella, entonces Dineth ya no estaba en la habitación del abuelo. Se encontraba en la sala de una nave extraterrestre y al frente de él estaba un sujeto, un humanoide con cabeza de canguro que le miraba a los ojos.

_{Imagen generada en SeaArt.AI}

• Bienvenido al centro de la galaxia.

• Gracias -respondió el joven-. Pero ¿me podría decir dónde me encuentro?

• Ya se lo dije. Nos encontramos en el centro de la Vía Láctea.

• ¿Quiere decir que el artefacto que dejó mi abuelo me mandó hacia este lugar?

• Indudablemente. Ahora bien, ¿por qué no fue tu abuelo el que hizo el salto espacial?

• Mi abuelo falleció la semana pasada.

• ¿Falleció?

• Sí. Se murió por una indigestión. Fue que se comió un plato de frijoles negros que amanecieron fuera del refrigerador. Se los comió con leche y al rato escuchamos que hubo una explosión y se sintió un fuerte olor a pólvora. Pues mi abuelo había muerto sentado en el sanitario.

• Al parecer fue un hombre brillante.

Tras una breve pausa, el muchacho preguntó:

• ¿Y a qué se dedican los habitantes de este mundo?

• Somos seres inmortales y nos dedicamos a estudiar el universo.

• ¿Inmortales? ¿Aquí no existe la muerte?

• Así es. Somos eternos.

• ¿Y no se hace aburrido vivir para siempre?

• No. Para nada. Si usted se dedica a puro trabajar no tiene por qué aburrirse. ¿Está interesado en quedarse con nosotros?

• No, creo que no. Por ahora mi mayor interés es volver a mi casa. Mi imagino que mi madre se va a preocupar cuando no me vea en la habitación, y lo otro es que mañana temprano tengo un examen de física en la escuela.

• Bueno, por mi parte, soy el encargado de convertir en inmortales a todos los mortales que llegan a nuestro mundo, pero yo no soy el encargado de regresarlos al planeta de donde vinieron.

• ¿Hay alguien aquí que se encarga de eso?

• Sí. Se trata del señor Dino Rex. Pero para eso usted debe subir por esas escaleras -le señaló.

• Bueno -dijo Dineth-, no me queda de otra. Iré adonde ese señor.

• Lo único que le advierto es que de cada cien personas que entran a su oficina, se suele comer a una de ellas. Pero lo más probable es que aún no tenga apetito.

• ¡Dios santo! -expresó el muchacho con cara de asustado-. Bueno, uno entre cien es una probabilidad bastante baja.

TERCERA PARTE

Cuando Dineth vio al señor Rex sintió ciertas ganas de regresarse, debido a que aquel sujeto tenía la cabeza de dinosaurio y medía cerca de tres metros de estatura.

_{Imagen generada en SeaArt.AI}

• Pase adelante -dijo Rex-. Siéntese, póngase cómodo, por favor.

• Muchas gracias.

• Mi asistente me acaba de informar sobre tu caso. ¿De verdad no te interesa vivir para siempre en nuestro mundo?

• No, señor. Eso de la eternidad no va con nosotros los seres humanos, pues somos animales efímeros, hechos para nacer, crecer, reproducirnos y morirnos. Y lo que más deseo ahora es regresar a mi casa a cumplir con mis deberes y más nada.

• Dime una cosa, ¿tu difunto abuelo tenía alguna afición, algún vicio en especial?

• Claro que sí, le encantaban los juegos de azar como la lotería y las carreras de caballos.

_{Imagen generada en SeaArt.AI}

• Ah, perfecto. Ya entiendo. Tu abuelo fabricó un trampolín espacial, y para ello utilizó solamente piezas de teléfonos móviles. Ese hombre era un verdadero genio.

• Claro que sí. Mi abuelo era muy inteligente.

• Aunque lo que perseguía era fabricar un aparato que sirviera para dar saltos entre universos paralelos.

• No entiendo -dijo Dineth.

• Es decir que su objetivo era saltar hacia un universo donde los acontecimientos del día siguiente ya hubiesen ocurrido, tan solo con el fin de saber los números de la lotería o los caballos ganadores.

• Bueno, de fracasos está llena la historia de la humanidad. Pero ahora lo que más le agradezco, señor Rex, es que me ayude a regresar a mi casa, por favor.

En ese instante aquel extraterrestre emitió un enorme bostezo, estiró los brazos y dijo:

• Creo que ya me está dando hambre otra vez.

Pero justo cuando aquel monstruo abrió el hocico para engullir al muchacho, sonó la alarma del reloj. Afortunadamente, Dineth logró despertar de tan terrible pesadilla.

_{Invitación: @aplausos, @jesusnunez, @genomil, @gemamedina}