Steemit Challenge S26-w6 / Two-timing / Dos tiempos

Caía una lluvia menuda y la temperatura era agradable en la estación de pasajeros de Sídney. Fue cuando John recordó las palabras de su madre recién fallecida en Delhi, desde donde acababa de llegar en avión; en su lecho de enferma la mujer le dijo: “Hijo mío, me parece increíble que a estas alturas cuando ya tienes encima 38 años de edad, todavía no tienes hijos. ¿Cómo es posible que tu esposa te diga que ella no quiere tener hijos porque eso le puede arruinar la figura? Es algo que no me cabe en la cabeza, porque a mí me criaron para tener hijos y por eso tuve 11”.

Entonces él le respondió:

• Madre, allá en Australia la gente tiene unas costumbres distintas. Además, debido a tener muchos hijos la India tiene hoy en día 1,450 millones de habitantes y demasiada gente pobre.

No había muchos pasajeros para Canberra, pero dieron la orden para abordar el bus. John se introdujo al vehículo, tomó asiento y en ese instante sonó el teléfono. Era su esposa preguntándole sobre cómo le fue durante su viaje de regreso.

• Hola, querida. Todo salió bien. Creo que dormí un par de horas.

• ¿Me trajiste un buen regalo?

• Claro que sí. Te traje mi presencia.

• Bueno, espero que no hayas llegado con las manos vacías -le dijo la esposa en tono amenazante.

John cortó la llamada justo cuando que se sentaba a su lado una joven y hermosa mujer, la que saludó sonriente:

• Buenos días.

John le respondió de igual manera. Luego la chica dijo:

• El tiempo es magnífico. Me encanta cuando llueve así.

• Es verdad -agregó John-. No sé por qué hay tanta gente que le teme a la lluvia.

• Hay quienes creen que les va a dar gripe si les caen algunas gotas de agua en la cabeza.

• Sí, hay algunos mitos con la lluvia. Hay personas que la asocian a mala suerte.

• Y no se dan cuenta que la lluvia es la fuente del agua que bebemos y el sustento de todo lo que comemos.

_{Elaborado en Canva}

La conversación entre estos dos pasajeros se alargó e iban pasando de un tema a otro. Hubo un instante en que los distrajo un grupo de canguros al lado de la carretera.

• El más grande es el jefe de la manada y el único que se aparea -dijo John.

• Creo que no hay mucha justicia en eso -opinó la chica-. Los demás machos deberían tener derecho.

• Son cosas de la naturaleza.

• En las personas no debería haber tantas reglas para el apareamiento. El sexo debería ser una actividad más libre.

• Disculpe, me llamo John Kumar, ¿y usted?

• Me llamo Tina Huber. Me dedico a hacer tatuajes.

• Sin embargo, no le veo a usted ningún tatuaje.

• Ah, sí tengo uno, pero lo tengo en la espalda. ¿Y usted en qué trabaja?

• Soy carpintero, pero también me dedico al comercio electrónico.

A lo largo del viaje, John también pensaba en otras cosas. En casa lo esperaba una esposa que la mitad del tiempo se la pasaba quejándose o buscando cualquier motivo para discutir. Recientemente le había dado dinero para rellenarse los senos con silicona, porque decía que no estaba conforme con el tamaño de estos; sin embargo, eso no fue suficiente para ella, porque seguía con los pleitos.

Al fin, el bus llegó a Canberra y, para despedirse, Tina tomó la mano de John y se la acarició suavemente, mientras que con la otra mano le entregaba una tarjeta de presentación.

• No dudes en buscarme -le dijo ella.

“Esta criatura es realmente preciosa”, pensó el hombre.

John llegó a casa y, aunque un tanto cansado, la mujer lo recibió con un largo rato de desbocada pasión. Pero, al día siguiente ella comenzó con lo de siempre:

• ¿Por qué me trajiste solamente unas prendas artesanales habiendo tanto oro y joyas baratas en la India?

Fue cuando John pensó por primera vez: “¡Me quiero divorciar!”.

A los seis días, un sábado por la noche y alentado por una copa de whisky, John decidió buscar a Tina, y al cabo de unos momentos, los dos se encontraron en el departamento de la chica.

_{Elaborado en Canva}

Al filo de la media noche, tras compartir algunas copas, Tina comenzó a bailar mientras se iba despojando de sus ropas, pero cuando dejó expuesto su bikini rojo, John observó que por debajo de la tanga había un bulto demasiado grande. Fue cuando gritó:

• ¡Dios mío! ¿Qué es eso?

Y el hombre se marchó corriendo de aquel lugar.

_{Invitación: @genomil, @blessedlife, @marianri}