Wordsmiths Fiction Semana 1: El líder desaparecido

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La búsqueda del capitán había sido infructuosa, el equipo de rescate estaba agotado. El patrón, segundo al mando, ordenó suspender el rescate e instruyó a su contramaestre para revisar las provisiones de alimentos y agua potable. Así mismo ordenó al Timonel que continuara revisando los daños en la proa, el motor y la radio mientras la luz del día prevaleciera.

La incertidumbre pesaba en la conciencia de los tripulantes al no saber la ubicación de la isla ni el paradero del capitán. Las preguntas murmuradas que se hacían entre los marineros cada vez eran más intensas:

- ¿Por qué el capitán abandona su barco, cómo puede ser tan cobarde?
- ¿Alguien notó su movimiento para llevarse el bote y desaparecer?
- ¿Por qué nuestra radio no funciona, cómo fue que se averío?
- ¿Saldremos vivos de ésta, cómo vamos a sobrevivir?

Al acercase el contramaestre, tras el sonido de los murmullos como zumbidos de un panal de abejas, vuelve el silencio sepulcral a la tripulación dejando que prevalezca la armonía de las olas del mar en el ambiente de una noche moribunda en la isla. Sin embargo, era inevitable que el resto de la tripulación pasará por su mente los mismos cuestionamientos al transcurrir los días.

Al amanecer el patrón reunía a su timonel y contramaestre para que le informaran sobre los daños en la proa, el motor y la radio, así como la cantidad de provisiones disponibles en la embarcación.

Timonel: ¡Señor! debo informarle que la radio fue saboteada, una fuente le fue extraída lo que impide su funcionamiento y en consecuencia no podemos enviar una señal SOS!

Patrón: ¿Está usted seguro timonel que no fue causado por la tormenta? Es una situación muy grave.

Timonel: ¡Estoy seguro, señor! el dispositivo fue desconectado y extraído sin violentar la unidad lo que evidencia un posible sabotaje.

Patrón: ¿Cuál es el estado de la proa y el motor?

Timonel: ¡Señor! la proa está muy dañada y el motor tiene rotas las propelas al encallar en las rocas durante la tormenta.

Patrón: Contramaestre ¿cuánto nos queda de provisiones?.

Contramaestre: ¡Señor! las provisiones de alimentos alcanzan para dos días y el agua sólo un día. Debo informar además que una parte de las provisiones también fue extraída de nuestros anaqueles al cotejarlo con nuestro inventario.

El patrón reaccionaba llevando sus manos a la cabeza, cruzaba en su mente la duda y acrecentaba su sospecha sobre el capitán, sin embargo, racionalmente no encajaba ninguna razón que lo llevara a cometer tales acciones poniendo en peligro la sobrevivencia de su tripulación.

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El patrón reunió a toda la tripulación para informarle la situación, haciéndoles ver que las circunstancias los obligaban a adentrarse en la isla en busca de agua y alimentos. La sobrevivencia sería el motivo principal para permanecer juntos.

Marcharon enseguida adentrándose en la isla por dos días, con suerte encontraron un riachuelo para surtirse de agua. Todos saltaron de alegría y esperanza elevando sus manos al cielo en señal de gratitud.

Entretanto, el patrón un poco alejado del resto escuchaba un lamento bajo la maleza, su corazón se aceleraba ansiosamente a medida que descubría la escena. El capitán yacía tendido en el suelo, sediento y moribundo, reconociendo a su patrón, apenas sostenía su aliento para susurrar algunas palabras:

- ¡Dile a la tripulación que me perdone por lo que hice!

- Tengo enemigos muy peligrosos a quienes adeudo una fortuna y que me seguían desde que zarpamos, solo mi muerte podía librarlos de arrastrarlos conmigo.

- Hice el tiempo necesario, ya deben saber que encallamos sin posibilidad de sobrevivir.

Al momento de tan impactante revelación, se escuchaban los gritos de los marineros que hallaron el bote del capitán en una playa muy cercana.

Marineros: ¡Capitán! ¿dónde está? ¡Capitán! ¡Capitán!

Al otro lado retumbaba el grito del patrón anunciando su hallazgo. En su lecho de muerte el capitán le dio una última orden:

- ¡Sabía que me encontrarías!
- ¡Toma el dispositivo de la radio en mi bolsa, regresa al barco y salva a la tripulación!

y sentencia...

- ¡No regresaré vivo, el veneno de una serpiente corre por mis venas!

El patrón impactado le pidió perdón por haber dudado de sus acciones, fueron las últimas palabras que el capitán escuchó en su último suspiro.

El líder desaparecido ya no volverá, es un alma libre que pertenece a la isla de la salvación que abraza el mar con sus encantos y que navegará por siempre en el recuerdo de su tripulación.

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