_{La lectura del testamento / Generador de imágenes de Bing}

Sugerencia de historia

Cuando Julie acudió a la lectura del testamento de su padre, no esperaba casi nada. Tal vez unos cuantos libros viejos o aquel violín polvoriento que solía guardar en un rincón. Pero en lugar de eso, el abogado deslizó una carpeta por la mesa. Dentro había una frase marcada en rojo:

"La herencia se dividirá a partes iguales entre mis tres hijos".

Julie se quedó helada. ¿Tres hijos? Sólo había tenido un hermano. No era una errata. Su padre, un hombre que evitaba las preguntas personales y rara vez hablaba del pasado, había reconocido legalmente a un tercer heredero.

El abogado le dio un nombre: Jeremy Cates. Junto con él sólo venía un apartado de correos y una condición. A menos que los tres herederos estuvieran de acuerdo, ninguno de ellos podría acceder a la propiedad.

Ahora Julie se queda con preguntas que nunca imaginó hacerse. ¿Quién es Jeremy? ¿Por qué se ha mantenido en secreto durante tanto tiempo? ¿Sabe siquiera que forma parte de esta herencia?

Continuación...

John observaba la cara de sorpresa de su hermana Julie, no contaban que Jeremy ahora iba a ser partícipe de una herencia encriptada con una gran riqueza que contrastaba infinitamente con una casa polvorienta, una vieja biblioteca y un violín.

Julie y John se caracterizaban por ser extremadamente codiciosos, calculadores y despiadados. Solo el anuncio de la herencia de su padre, les daba rienda suelta a sus más implacables y codiciosos pensamientos. Ahora que sabían de la existencia de un hermano bastardo, intensificaban su odio y resentimiento contra su desapegado padre.

Jeremy ignoraba la existencia de su padre, había llevado una vida íntegra, llena de humildad y generosidad. Su madre le había ocultado su existencia, sentía vergüenza de su aventura juvenil con el señor de la casa donde trabajó mucho tiempo atrás.

Después de varios años, el padre de Jeremy recibía una carta impactante donde le suplicaba ayuda económica para su hijo. Era una madre desesperada a quien se le desvanecía la vida robada por una enfermedad mortal. Él accedió a ayudarle clandestinamente sin que Jeremy se percatara.

Julie y John buscaron intensamente a Jeremy para poder llegar a un acuerdo y acceder a la herencia. Habían llegado a su dirección postal lejos de la ciudad pero ya no vivía allí. Pasado un mes, buscaban obsesivamente pistas en cada rincón de la casa de su padre.

Un día John frustrado tomó el violín de su padre y lo rompió vociferando maldiciones contra él, así mismo tomó el viejo libro sobre la mesa y lo arrojó contra la pared abriéndose de par en par, mientras salía de éste un sobre blanco que revoleteaba cayendo lentamente.

Julie se apresuró para tomarlo y encontró otro apartado postal, al tiempo que una sonrisa maléfica encendía su rostro. Se trataba de la carta que recibió su padre de la madre moribunda de Jeremy.

No tardaron en encontrar la nueva dirección, pero Jeremy ya no se encontraba allí, sus vecinos le informaron que estaba recluido en el hospital y no sabían nada más de él.

Finalmente, llegaron al hospital averiguando todo sobre el estado de salud de Jeremy, información valiosa para sus más oscuras intenciones.

Jeremy yacía frágil pero lúcido luchando contra un cáncer heredado de su madre. Nunca habría imaginado lo injusta que había sido su vida. El ambiente sombrío y un intenso olor a alcohol medicinal envolvían su cuerpo delgado y pálido, entubado y conectado a una máquina para darle soporte a su vida, mientras una puerta crujía como el anfitrión de una visita inesperada.

Los cómplices hermanos ingresaron a la habitación observando cada detalle de su frágil apariencia.

- ¡Hola Jeremy, soy John!
- Mi hermana Julie y yo, te hemos estado buscando hace mucho tiempo. Tras la muerte de nuestro padre, nos hemos enterado de que eres nuestro hermano.

El rostro de Jeremy reflejaba una tensa incredulidad y con voz baja responde:

- ¿Cómo que son mis hermanos?
- Mi madre me contó que mi padre había fallecido hace muchos años.

Como un truco de magia Julie saca la carta que su padre recibió de la madre de Jeremy, una prueba insoslayable de su relación. Ante tal evidencia Jeremy reconoció la letra de su madre mostrando resignación y a su vez desconcierto. Se revelaba ante sí una vida ajena que nunca tuvo.

Julie y John se miraban repasando su perverso plan. Julie continuó con voz dulce y tierna:

- ¡Vinimos para conocerte y saber cómo estás!
- También debemos revelarte que nuestro padre nos ha dejado una herencia

- ¿Cuál herencia? preguntó Jeremy impresionado.

John con gran entusiasmo y fingida actitud respondió:

- ¡Una vieja casa y algunos bienes!
- Pero existe una gran fortuna a la que solo accederemos en partes iguales si trabajamos juntos.

Julie fría, calculadora y farsante quería aprovecharse de su débil salud, algo que había planeado con John unos días atrás.

- ¡Hermanito, no sabemos cuánto tiempo de vida te queda!
- Sería una pena que no pudieras disfrutar de tu herencia.
- Si renunciaras a ella podríamos administrarla nosotros y hacer obras de caridad con tu nombre como el más hermoso legado de tu vida.

Jeremy podía percibir la avaricia y la ciega codicia de sus nuevos hermanos, no podía creer que aún existieran personas con el alma tan oscura. Sentía que era un obstáculo entre ellos y su fortuna, no les importaba su moribunda vida.

- ¡No, no voy a renunciar!

Una contundente respuesta de Jeremy retumbaba en la habitación. Julie y John se sentían frustrados tras sus intentos y enardecían con furia sus codiciosos corazones. John contenía su ira, mientras fijaba su mirada en la máquina que soportaba la vida de Jeremy.

Insinuaba a su hermana Julie, como un pequeño error puede provocar un accidente, mientras ella gesticulaba negativamente sus intenciones.

Julie recaba en la mirada de su hermano el reflejo de su avaricia hallando una solución que se apoderaba de su mente como un veneno, sin que Jeremy se percatara de su plan que precipitaría su muerte.

_{Julie y John ejecutando su maléfico plan / Generador de imágenes de Bing}
Esa noche tenebrosa en el hospital había sido escandalosamente silenciosa, mientras una cámara de seguridad atestiguaba las acciones de dos hermanos criminales que escapaban del hospital creyendo que podrían disfrutar de una gran herencia cuando verdaderamente solo contaban con una casa descuidada, unos viejos libros y un violín roto.

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