Durante años, una científica experta en genética trabajó incansablemente bajo el financiamiento de un consorcio internacional en un proyecto secreto denominado “Matusalén”. Su investigación perseguía el santo grial de la ciencia: postergar el envejecimiento biológico.

El repentino deceso de la Dra. Carolds Burks ha dejado sus avances encapsulados en un computador encriptado; la clave de seguridad parece ser indescifrable. Twin Corporation, es la asociacion que ha financiado el proyecto Matusalén; los principales interesados en acceder a los archivos.

Nakary y Román son los seudónimos mediante el cual operan los mejores hackers y expertos en criptografía que el dinero puede pagar; los elegidos para el proyecto de oficina, según ellos lo ven.

—Es extraño que una especialista en genética utilice una contraseña tan robusta. —opinó Nakary.

—No es nada para nosotros. —respondió Román, sin quitar sus manos del computador mientras ejecutaba un conjunto de exploits personalizados.

—Por favor, Román. Sabes que no es lo que trato de decir. Mejor, enfoquémonos en lo que vinimos a hacer. Prueba con los scripts que hay en esta USB. —sugirió Nakary, entregando una memoria USB en las manos de Román.

—¿Estos son tus nuevos scripts? —preguntó Román.

—Sí, bueno, básicamente son tuyos, solo que con unas pequeñas modificaciones que agregué a tu código. —respondió Nakary.

Román introdujo el dispositivo USB en el computador de la Dra. Carolds y luego ejecutó los exploits sugeridos por Nakary.

—¡Wallaaa! Lo tenemos. Ahora, a cobrar nuestro dinero. —exclamó Román.

—Espera, Román. Echemos un vistazo a la información. —sugirió Nakary.

—Ese no es nuestro trabajo. —respondió Román.

—¿Ahora te preocupas por ser ético? Hazte a un lado y permíteme. —dijo Nakary, tomando el puesto de Román.

—No te tardes. —dijo Román.

Nakary empezó a inspeccionar los archivos del equipo y, en cuestión de instantes, localizó una carpeta llamada “Project Matusalén”. Sus ojos brillaron.

—Rápido, Nakary. —pidió Román.

—Un pequeño vistazo. —respondió Nakary.

La carpeta contenía numerosos archivos, entre ellos informes de pruebas, análisis y fórmulas que tanto Nakary como Román fueron incapaces de comprender. Sin embargo, también había una subcarpeta que contenía numerosos videos: la bitácora audiovisual de la científica; Nakary no dudó en reproducir los últimos videos.

—¡Román! Escucha lo que dice la científica. —dijo Nakary.

«La manipulación de los telómeros es la clave. Esto permite que las células se dividan indefinidamente. He logrado detener con éxito el envejecimiento a nivel celular. Los resultados aún no son exactos. Necesito hacer más pruebas. El riesgo de contraer cáncer es alto. Si la división celular se sale de control, originaría múltiples tumores», mencionó la científica en uno de los vídeos.

—Lo logró, Román. La científica encontró la cura a la vejez. —exclamó Nakary.

—Sí, pero también dice que el riesgo de contraer cáncer es muy alto. —añadió Román.

—Quiero ojear un poco más. —dijo Nakary.

—Basta, fue suficiente. Ya no quiero seguir perdiendo el tiempo. Permíteme. —dijo Román, quitándole el teclado a su colega.

Seguido, Román introdujo una micro USB que llevaba oculta dentro de un llavero que parecía ser un simple accesorio.

—Siempre estoy preparado para estos momentos. Esta información vale millones. —dijo Román.

—Excelente, Román. Es momento de cobrar nuestro dinero. Me comunicaré con el señor Miller. —manifestó Nakary.

Pronto, David Miller, presidente de Twin Corporation, llegó a la antigua oficina de la Doctora Carold y se reunió con los hackers que había contratado.

—¿Algún inconveniente con la información del equipo? —preguntó David.

—No, el equipo y sus unidades de almacenamiento están en perfecto estado, señor Miller. —respondió Nakary.

—¿Nuestro dinero? —preguntó Román.

—Diez millones como prometí. ¡Reinco, entrégale el maletín! —ordenó David a su escolta personal.

Reinco, sin cuestionar la instrucción, procedió a entregar el maletín en manos de Román, tal como le solicitó David, dejando entrever el arma que llevaba oculta en la cintura.

—¿Si gusta, puede contar su dinero, señor Román? —dijo David.

—No, no será necesario; confiamos en usted, señor Miller. —interrumpió Nakary, evitando que Román hiciera alguna estupidez.

—¡Cómo quieran! Yo, en cambio, no confío en nadie. Necesito dejen todos los USB que usaron sobre la mesa. —dijo David.

—Pero, señor, son nuestros mejores scripts. —contestó Nakary.

—Seguro podrán escribirlos nuevamente. Ahora márchense. —dijo David.

Ambos lograron marcharse de aquella oficina con la recompensa obtenida.

Sin embargo, pronto su profesionalismo sería cuestionado.

—Señor, el sistema refleja una copia reciente de archivos. —indicó Reico, luego de inspeccionar el equipo.

—Maldita sea. Ve por ellos y recupera esos archivos. —ordenó David Miller.

Meses después, Twin Corporation anunciaría al mundo el lanzamiento de su vacuna contra el envejecimiento; un producto que pronto le otorgaría un gran control sobre la economía y que, a la vez, sería considerado el mayor logro científico en el campo de la biología. Los méritos de la Dra. Carolds Burks, permanecían ocultos a la opinión pública; una verdad, resguardada por piratas informáticos.

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