Two-timing

John viajaba en autobús de Sídney a Canberra. Se acomodó en su asiento y miró casualmente al asiento contiguo, que aún estaba libre.

En ese momento sonó su teléfono. Era su esposa, que le preguntaba si había ido bien su viaje de Delhi a Sídney. Mientras John estaba ocupado respondiendo a su llamada, vió que una hermosa chica de unos veinticinco años se sentaba a su lado.

John colgó y le sonrió a la chica del asiento contiguo. Empezaron a conversar tan pronto como el autobús se puso en marcha. Pasaron tres horas hablando de diferentes temas y llegaron a Canberra.

John sentía una extraña tentación. Estaba demasiado ansioso y entonces sucedió. Al bajar del autobús, esa chica, Tina, le dio la mano, le deslizó una tarjeta en la mano y le sonrió...

…continuación…

_{La poderosa belleza de Venus / Pixabay}
John sonrió al unísono roce de sus manos, mientras percibía la fragancia de su perfume que lo envolvía en una fantasía juvenil, una tarjeta que significaba un pase a disfrutar de un partido lujurioso de infidelidad.

Tina fue atraída por John desde el primer instante, un ancla de deseo mutuo se había perpetuado en los gestos y miradas tras las palabras durante el viaje.

– John, disfruté tu compañía. Aquí tienes mi número, vine a disfrutar mis vacaciones por unos días y quiero divertirme.

– Gracias por tu compañía..! La disfruté pero estaré muy ocupado trabajando.

John había respondido un “tal vez” encriptado en su mensaje dejando una rendija de tentaciones.

Tina intentaba despedirse con un beso en su mejilla pero fue frustrado por la llamada de Mary, la esposa de John. Tal parece que el destino se empecinaba en recordarle que estaba casado.

– John, ¿Por qué no respondes a mis llamadas? No supe más de tí desde que saliste de Sídney.

– Disculpa mi amor, se me descargó la batería. Tuve que reemplazarla aquí en Canberra.

Mary, algo molesta, hacía muecas en su rostro mientras escuchaba resignada la maniobra de John.

– John, no olvides que el GPS de tu celular está activo.

– No te preocupes mi amor, estaré en contacto.

Tina captó la reacción de John ante la actitud controladora de su esposa.

– Adiós John, ha sido un placer compartir contigo. – Dijo Tina, mientras John soltaba lentamente su mano y asentía con su cabeza.

Luego, se dirigió al hotel para descansar y preparar su conferencia al día siguiente en el salón del hotel.

Más tarde mientras cenaba, la imagen de Tina se enclavaba en sus pensamientos, su rostro terso y larga cabellera de suaves rizos, adornaban sus ojos verdes claros y labios carnosos que incitaban naturalmente a sucumbir la mirada de John en su contorneada y esbelta figura. Tina representaba la Venus de su fantasía.

Luego en su habitación, no lograba conciliar el sueño, Venus le hacía soñar despierto, cuando de repente suena el teléfono…

– John ¿Qué estás haciendo? – Increpó su esposa.

– Hola mi amor, estaba durmiendo. Debo dar la conferencia a primera hora y debo estar a tono y concentrado.

– Discúlpame, solo me preocupo por ti, estaré pendiente. No olvides llamarme cuando estés regresando.

– No lo olvidaré, querida. Buenas noches.

John abraza su almohada reflexionando sobre su insatisfecha y monótona vida. Inconscientemente estaba tratando de abrazar la posibilidad de ceder el paso a sus tentaciones.

– ¿Por qué no puedo cumplir una fantasía y sentirme libre por una vez?

– Nadie podría percatarse en este lugar.

Mientras lucubraba con su fantasía, tomaba la tarjeta de Tina, aún impregnada de su fragancia y decidió invitarla a cenar después de la conferencia. Ella aceptó gustosamente.

Llegado el otro día, John había dado la conferencia de su vida. Sentía un brillo que lo impulsaba de entusiasmo en cada palabra que cautivó a su audiencia y le aplaudía de pie.

_{Flechados por doquier. Editada en canva.com / Pixabay}
Al terminar, John se preparó para su esperada cita, ansioso en la mesa que había reservado en el restaurant del hotel. Al entrar, Tina deslumbraba con su belleza, atrapando con su mirada la tentadora fantasía que solo una Venus puede ejercer sobre los hombres.

Una botella de champagne estaba servida, las burbujas estallaban en sus bocas prestándose para el juego. La conversación era inútil cuando la imaginación del cortejo dominaba la voluntad humana.

Acabaron su cena y se retiraron a la habitación bajo las risas cómplices que hacían eco, no cabían las palabras sino las acciones, las sábanas blancas se tensaron fuertemente. Se dejaron llevar por la fantasía de una apasionada noche que los dejó rendidos de placer.

Suena el despertador, John se sobresalta. Tina ya no estaba, solo su tarjeta con la nota que lo sorprende:

«La pasé bien, gracias por este momento tan especial para los dos. Tuve que irme para encontrarme con mi esposo en el aeropuerto».

Ahora John debía regresar a casa como arrollado por un tren pero con una alucinante experiencia.

A los pocos días en casa, no podía conciliar el sueño, la infidelidad es una pesada carga que no podía sostener por mucho tiempo. Su esposa Mary lo notó extraño y lo increpó.

– John ¿Qué sucede contigo que das tantas vueltas a tu almohada?

– Debo confesarte algo..! Conocí a alguien en mi viaje a Canberra, fui demasiado estúpido y me dejé llevar, fue tan solo una vez. Espero que puedas perdonarme.

– Ah..! Ok, John. ¿Sabes? Dejaste la línea abierta durante ese viaje, por eso se agotó tu batería. Escuché todo, esa chica es de armas tomar, pero te perdono.

– Estoy sorprendido..! No sé qué decir.

– Yo si tengo que decir. Me dejé llevar por tu amigo Jaimito, el fortachón que me tenía ganas hace tiempo. Me sentía muy sola en casa. Espero que puedas perdonarme, fue tan solo una vez!

¡Gracias por su visita!