Llegar al fin: un viaje hasta Finisterre

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No todos los viajes terminan donde dicen los mapas. Algunos necesitan unos pasos más allá, un silencio más profundo. Eso me pasó con Finisterre. No lo tenía previsto. No era parte del “plan”, pero se convirtió en el cierre que no sabía que necesitaba.
Después de llegar a Santiago, algo dentro de mí no estaba listo para detenerse. Escuché hablar del “fin del mundo”, de ese lugar donde el Camino encuentra el mar. Y así, casi sin pensarlo, seguí caminando.
Finisterre no se parece a ningún otro sitio. No trata de impresionar. Solo es. Rocas que se hunden en el océano, un faro solitario, viento fuerte que te despeina y limpia ideas. Allí no hay selfies ni prisa. Hay horizonte. Y eso basta.
Un final que transforma
El faro de Finisterre no es solo una estructura. Es un punto de llegada para muchos peregrinos que, como yo, sienten que el viaje aún no ha terminado. Hay una sensación de ceremonia. Personas quemando ropa, dejando mensajes, recogiendo conchas. Cada gesto tiene un valor íntimo.
La historia también está presente. Este lugar fue escenario de batallas navales, refugio de navegantes, territorio de culto solar en tiempos remotos. Su faro, levantado en el siglo XIX, evitó incontables tragedias en la Costa da Morte. Aún hoy, su sirena —la llamada “vaca de Fisterra”— ruge los días de niebla.
Lo que te espera si decides llegar:
Caminos silenciosos entre colinas y mar
Atardeceres que marcan un antes y un después
Una comunidad de personas que no necesitan hablar para entenderse
Una sensación extraña de cierre, sin dramatismos
Presente con alma
Finisterre sigue siendo un pueblo vivo. Su puerto, su lonja, sus tabernas con aroma a mar. No se ha convertido en una postal. Y eso lo hace aún más valioso. Subir al faro y mirar el Atlántico no es una foto para redes: es un acto interior.
Desde entonces, cada vez que dudo si seguir o detenerme, pienso en aquel día frente al mar. Y recuerdo que el final, a veces, es sólo el comienzo con otro nombre.
¿Quieres saber más sobre ese lugar que te cambia sin decir nada? Puedes explorarlo tú mismo desde la mirada de su gente.