Culinary Pleasure || Placeres Culinarios [Eng /Esp]

The morning awoke with a clear sky and fresh air that invited you to stay outside. In a corner of the patio, the grill waited quietly, like a blank canvas ready to be filled with aromas and colors. A handful of dry firewood sparked the flame, and the first smoke drew a lazy line toward the sky.

The cuts of meat began to find their place over the hot grill: the ribs slowly sealed, the chorizo swelled with juices, and the coals, red and persistent, remained faithful to their silent work of giving flavor. The potatoes, well seasoned, rested on the side, soaking up the fragrance that drifted through the air.

There was no rush. An asado is not measured in minutes, but in glances exchanged, in conversations that stretch out, in laughter that travels with the smoke. Every turn of the meat was an ancient gesture, repeated for generations, speaking of patience and care.

When the feast was ready, the table filled with hands, plates, and smiles. The fire, now calm, remained behind as a silent witness. And as the sun set, it became clear that this day was not just an asado—it was another chapter in the story of being together.

La mañana despertó con un cielo claro y un aire fresco que invitaba a quedarse afuera. En un rincón del patio, la parrilla esperaba quieta, como un lienzo en blanco, lista para llenarse de aromas y colores. Un puñado de leña seca encendió la chispa, y el primer humo dibujó una línea perezosa hacia el cielo.

Los cortes empezaron a encontrar su lugar sobre la parrilla caliente: la costilla se sellaba lentamente, el chorizo se hinchaba con jugos, y las brasas, rojas y persistentes, se mantenían fieles al trabajo silencioso de dar sabor. Las papas, bien sazonadas, descansaban al costado, absorbiendo la fragancia que flotaba en el aire.

No había prisa. El asado no se mide en minutos, sino en miradas que se cruzan, en charlas que se estiran, en risas que viajan junto con el humo. Cada vuelta de la carne era un gesto antiguo, repetido por generaciones, que hablaba de paciencia y cariño.

Cuando el banquete estuvo listo, la mesa se llenó de manos, platos y sonrisas. El fuego, ya en calma, quedaba atrás como testigo silencioso. Y mientras el sol caía, quedó claro que ese día no fue solo un asado: fue un capítulo más en la historia de estar juntos.