28 de abril de 1938: El régimen monárquico traiciona al espíritu nacional — Corneliu Codreanu y los líderes legionarios son arrestados por orden del Rey Carol II
Hoy, 28 de abril de 1938, Rumanía presencia un acto que quedará grabado en la memoria del pueblo como un día de profunda injusticia y de traición a los ideales nacionales. Por órdenes directas del Rey Carol II, Corneliu Zelea Codreanu, el Capitán y fundador del Movimiento Legionario, junto con casi todos los comandantes de la Guardia de Hierro, han sido detenidos en una operación cuidadosamente orquestada para descabezar la fuerza más auténticamente patriótica de nuestra nación.
La Guardia de Hierro, movimiento nacido de la entraña misma del pueblo rumano, ha luchado incansablemente por defender la fe, la sangre y la tierra. Bajo la guía firme y visionaria de Codreanu, los legionarios no han buscado otra cosa que el renacimiento moral y espiritual de Rumanía, enfrentando la corrupción, el materialismo y la sumisión extranjera que amenazan con corroer el alma nacional.
La orden de detención del Capitán, ejecutada con frialdad militar, evidencia el creciente temor de un régimen decadente ante la fuerza viva de un pueblo que despierta. Carol II, monarca cada vez más alejado de su pueblo y sus tradiciones, ha optado por reprimir con cadenas y prisión la voluntad popular, en lugar de escuchar el clamor que exige honor, justicia y soberanía.
No fueron delitos comunes los que se imputaron a Codreanu y a sus camaradas; fueron acusaciones políticas, inventadas para justificar una represión brutal. Su verdadero "crimen" ha sido amar demasiado a Rumanía, levantar su voz contra los abusos de poder y oponerse al desmantelamiento de los valores que nos definen como nación.
El pueblo, desconcertado y dolido, comienza a murmurar su descontento. Hay algo que ni siquiera los decretos reales ni los muros de las prisiones pueden detener: la idea. La llama del espíritu nacional, encendida por Codreanu y sus legionarios, no se apagará. Antes bien, cada injusticia la alimenta, cada acto de persecución la fortalece.
La historia enseña que las cadenas de hoy son los laureles de mañana. La sangre de los mártires ha sido siempre el abono de las patrias renacidas. Así como otros héroes sufrieron prisión y muerte en nombre de su pueblo, también los legionarios soportarán esta prueba con la dignidad de quienes saben que su causa es justa y eterna.
Hoy es un día oscuro, pero también un día que marca el inicio de una nueva etapa de sacrificio y resistencia. Mientras Codreanu esté en prisión, nosotros seremos su voz. Mientras los comandantes estén encerrados, nosotros llevaremos su estandarte más alto.
¡Por Rumanía, por Dios y por el Capitán!