“ENFRENTAMIENTO MORTAL”

in HeartChurch5 years ago

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INTRODUCCIÓN:

Buenos días, en las competencias deportivas, vemos una lucha entre 2 o más personas o entre un equipo y otro con el fin de obtener la victoria. En algunos casos la victoria se obtiene con la muerte del oponente. Pero siempre se va a luchar para obtener la victoria.

Por ejemplo, existe una pelea muy famosa entre las aves que es la pelea de gallos. A nivel mundial muy conocida, donde en algunas ocasiones el otro rival muere. Así mismo hemos visto luchas feroces entre dos animales con el propósito de salvar su vida, lo dan todo.

La Biblia nos narra de otro tipo de lucha o pelea, que todo ser humano enfrenta. Y es la lucha interna, ya que los deseos de la carne se oponen al Espíritu. Y el del Espíritu es en contra de la carne. Es una lucha constante, entre hacer lo que se cree es bueno y lo malo. Cuando uno cree en el Señor Jesucristo, la lucha es fuerte, porque a la carne no le agrada lo del Espíritu, y lo del Espíritu va en contra de la carne. Por eso el título del sermón de hoy es “ENFRENTAMIENTO MORTAL”, estemos leyendo Gal. 5: 16 - 25. Veamos:

I. ALIMENTO CARNAL. V. 16.

Antes de conocer a Cristo, alimentábamos nuestra carne con nuestros deseos y pasiones. La carne se sentía satisfecha porque todo lo que hacíamos le agradaba a ella. Pero después de conocer a Cristo, muchos siguen alimentado la carne y la Palabra de Dios los llama: carnales. Nadie se escapa de esta lucha con la carne, veamos lo que la Palabra nos dice de este alimento de la carne, que aparecen aquí en Gálatas, las nombra:

I.1.- Las obras de la carne: V. 19, 20 y 21.

No son difíciles identificar estas obras. Son evidentes para todos. Estas obras de la carne enumeradas aquí pueden agruparse:

Sexual: Adulterio (infidelidad al matrimonio), fornicación (relación sexual ilegítima), inmundicia (mal moral) y lascivia (desenfreno, conducta vergonzosa).

Hay 2 pecados que van directamente en contra de Dios: Idolatría, hechicería (brujería). La idolatría, sustituye el culto a Dios por una figura. La hechicería, involucra un tipo de droga dañina que entraba como ingrediente en las artes mágicas de aquella época.

Enemistades, pleitos, celos, arrebatos de ira, contiendas. Explosiones del mal humor, frecuente en quienes carecen de dominio propio, y todos estamos expuestos, hasta las personas más refinadas y del más alto copete.
Disensiones, herejías, envidias, homicidios. Borracheras, orgías y cosas semejantes a estas, es decir, aquí hay otras obras de la carne que no se nombran. Aquí tenemos un buen grupo de obras de la carne. Pero el andar en estas obras trae:

I.2.- Consecuencias:

Los que practican estas obras, la Biblia es muy clara al decir que no heredarán el reino de los cielos. Puede la carne gozar en la tierra. Pero luego recibirá su castigo. Las prácticas de estas obras, indican que las personas no han cambiado, siguen en lo mismo. No han tenido un encuentro real con Dios. Por eso es que Pablo nos dice que no debemos satisfacer los deseos de la carne. En este enfrentamiento mortal, tenemos:

II.- LA LUCHA: V. 17.

La Biblia nos dice que existe una lucha interna en nuestras vidas, de tal forma que la carne quiere dominar y esto es en contra del Espíritu. Ambos se oponen entre sí. Esta lucha va a existir mientras estemos aquí en la tierra, por lo tanto, es necesario que entienda que el que va a prevalecer, es el que usted alimente más.

Si usted tiene 2 gatos, y a uno d lo alimenta bien, lo vacuna, lo cuida, y al otro no lo alimenta, ni le presta atención. Si llegan a enfrentarse de seguro que el que gana es el que está mejor alimentado. Por eso es importante que alimentemos nuestra vida espiritual. Porque la lucha es:

II.1.- Continua:

A cada instante tenemos esa lucha, en cada decisión que tomamos, en lo que pensamos, como actuamos. Por lo tanto, debemos estar alerta y alimenta nuestro espíritu día a día, a través del Espíritu Santo. Sino le prestamos atención, es posible que tengamos una vida espiritual raquítica. Por lo tanto, debemos esforzarnos y continuamente luchar contra nuestra propia carne. La lucha, además de ser continua es:

II.2.- Duradera:

La lucha dura toda nuestra vida, por lo tanto, es una tarea de perseverancia, persistencia, paciencia. Sabiendo que, si por cualquier circunstancia caemos, nos debemos levantar con mayor fuerza y luchar para que esto no vuelva a ocurrir. Es una carrera de larga duración, es un maratón y día a día debemos ganar terreno en nuestra vida nueva. En esta lucha, hay un:

II.3.- Ganador:

Va a ganar en esta lucha al que alimentes más, al que esté más fuerte y debe ser nuestra vida espiritual. Tenemos una lucha terrible, pero también una victoria decretada, si permanecemos firmes y alimentado nuestra vida espiritual. No des, un paso atrás, siempre prosigue a la meta, al premio del supremo llamamiento. En este Enfrentamiento mortal, debemos tener un:

III.- ALIMENTO ESPIRITUAL: V. 16.

Lo que tú alimentas, determina lo que tú eres. El creyente debería andar en el Espíritu, no en la carne. Alimentar el Espíritu, es permanecer en comunión con Él. Es tomar decisiones a la luz de Su santidad. Es estar ocupado con Cristo. El problema de la vida cristiana se basa en el hecho de que, en tanto que el creyente vive en este mundo es, por así decirlo, 2 árboles: el viejo árbol de la carne, y el nuevo árbol de la nueva naturaleza implantado por el nuevo nacimiento. Y el problema mismo, es como mantener estéril el viejo árbol y hacer fructífero al nuevo. Esto se resuelve si alimentamos el árbol nuevo y los regamos y le echamos fertilizante a la tierra, la podamos y limpiamos. Este nuevo árbol va a crecer y dará su fruto a su tiempo. Pero si por el contrario no le prestamos atención y lo descuidamos, es probable que con el tiempo esté raquítico y sufrirá sus consecuencias. Ahora este alimento debe ser:

III.1.- Continuo. V. 5.

En otras palabras, debemos alimentar nuestro espíritu diariamente, a medida que lo alimentamos, el Espíritu Santo va haciendo cabida en nuestra vida. El cuerpo humano si deja de alimentarse por varios días, empieza a debilitarse, llegando a la muerte si no se alimenta.

Recuerdo la historia de un hermano en Cristo conocido, que decidió hacer un ayuno por 40 días, tenía un problema de salud y al cabo de ciertos días murió. Eso mismo ocurre con nuestra vida espiritual, sino la alimentamos a diario, puede llegar el momento que se debilite y que lleguen a pasar los años y siga como un recién nacido; no ha crecido y está débil. Hay que alimentarse a diario, espiritualmente. Esto nos da:

III.2.- Libertad. V. 18.

El alimentarnos continuamente por el Espíritu, nos da libertad. Día a día, nos vamos deslastrando de todas aquellas cosas que nos atan a este mundo y vamos a vivir una vida realmente libre en Cristo. No estamos bajo la ley para alcanzar algún estatus en nuestra salvación, Cristo lo pago y nosotros gozamos de esa libertad. Pero este alimento espiritual genera:

III.3.- Fruto: V.22.

Las obras son producto de la energía humana, y el fruto del Espíritu crece según una rama permanece en la vid. Jesús es la vid, y nosotros somos los pámpanos (ramas). Observemos que el fruto está en singular, no en plural. El Espíritu Santo produce una especie de fruto, es decir, la imagen de Cristo en el creyente. Este fruto es:
Las primeras 3 virtudes guardan especial relación con Dios, hacia el prójimo y hacia sí mismo. Pero en especial a Dios. Amor a Dios, Gozo en Dios y Paz con Dios.

El 2do grupo abarca 3 virtudes, que tienen relación especial con el prójimo: Paciencia (longanimidad): soportar, sin rencor. Benignidad: ser útil y servicial. Bondad: nobleza de carácter. Combinación de justica y amor.
El 3er grupo contiene 3 virtudes que dicen especial relación hacia sí mismo: fe (tiene sentido de fidelidad, otros creen en él), mansedumbre (ceder de los propios derechos por amor a los demás, o provecho a otros) y dominio propio (templanza) (refrenarse a sí mismo, especialmente a lo tocante al sexo).

Quien tiene este fruto del Espíritu, tiene la verdadera libertad.

Ahora ¿Cómo nos alimentamos espiritualmente? Leyendo su Palabra, meditando en ella, escuchando de ella, orando. Tener nuestra mente centrada en Dios. No enfocarnos en los problemas nuestros y los que están a nuestro alrededor, sino teniendo fe y confianza en Él.