Deseo cumplido

in Venezolanos Steemyesterday (edited)
Yo nunca pensé que iba a ser boxeador, porque en el pueblito donde nací todo el mundo era muy pacífico, trabajadores de la tierra, enamorados de la guitarra, de la pesca en el lago y fieles creyentes de los mandatos de la iglesia.

Fui el menor de ocho hermanos, y como nací extrañamente grandote, mi padre dijo:

—Este va a ser bueno con el hacha.

Y en verdad lo fui, mi fuerza era tan grande, que en una oportunidado cortaron un roble tan pesado que habían decidido buscar dos hombres más para poder moverlo, ya que entre mis hermanos y mi padre no podían; entonces, me dejaron a mí cuidando las sierras mientras ellos iban por ayuda; cuando ellos regresaron ya yo había movido solo el tronco, desde ese día comenzaron a llamarme el toro.

Y me hubiese quedado para siempre allá, cortando árboles gigantes, tocando mi guitarra y yendo a la iglesia los domingos, que era lo que me gustaba más; nunca dije nada, pero me hubiese gustado ser sacerdote, hacer el bien, amar mucho a mis semejantes, como nos decía el padre Francisco.

Pero llegó una sequía tan grande que el asunto se puso muy malo allá en el campo, y tuvimos que irnos a la capital, y aunque yo era el más joven de los hermanos fue al que se le hizo más fácil conseguir trabajo.

Giussepe era un italiano, dueño de una bloquera, y desde que me vio sintió que estaba frente a una máquina de carga:

—Este es el hombre que yo necesito aquí, le dijo a mi padre.

Yo solo hacía el trabajo de cinco hombres.

Y en verdad yo era feliz cargando bloques, todos celebraban mi fuerza, ganaba más que todos mis hermanos, y tenía tiempo de ir a la iglesia los domingos.

Pero un día pasó algo que vino a cambiar mi vida para siempre: Unos ladrones trataron de robar al señor Giussepe, yo los enfrenté, pelee con ellos por instinto, porque nunca lo había hecho, y casi los maté a golpes; no tenía idea hasta ese momento del daño que podía hacer con los puños.

Ese domingo le pedí perdón a Dios por haber golpeado tan fuerte a esos ladrones.

No le costó mucho al señor Giussepe convencer a papá de que me metiera a boxeador; ganaría mucho más entrenando que lo que ganaba hasta ahora trabajando, y él costearía todos los gastos de mi preparación.


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Wikipedia

Y así comenzó mi carrera de boxeador, ganando todas mis peleas casi de un solo golpe, primero en esa pequeña capital, luego en todo el país, y muy pronto fui famoso; ya se hablaba de un combate entre el campeón mundial y yo.

Pero mientras más combates ganaba y más famoso me hacía y más dinero ganaba, menos me gustaba el boxeo. Yo seguía soñando con mi pueblito, con los peces del lago, con las misas del padre Francisco.

Cuando vi las imágenes de una pelea del campeón mundial, me di cuenta de que no sería una cosa fácil; yo era grande y fuerte, pero este hombre parecía sobrenatural, un verdadero monstruo; pero yo estaba seguro de que nadie, absolutamente nadie, que recibiera un golpe de mis puños, podría mantenerse en pie.

Lo que realmente me preocupaba no era la pelea en sí, sino el daño que yo pudiera hacerle a ese hombre con mis puños, y lo peor de todo era que si lograba ganarle, hablaban de unas giras mayores por todo el país y por el mundo entero.

Lo más duro de este mundo del boxeo no eran los golpes, sino las trampas, ya hablaban de que había peleas en que tenía que dejarme vencer, porque se ganaba más en las apuestas que en el mismo ring, también me dijeron que los jueces podían comprarse, y que el réferi podría actuar a mi favor, si así lo requeríamos.

Por cosas de la vida, el réferi de este combate por el campeonato mundial se llamaba Francisco, y tuve la oportunidad de conocerlo unos días antes de la pelea; hablando con él me enteré de que también era un hombre de la iglesia, quizás por eso se nos hizo fácil hacernos amigos en una pequeña conversación.

Descubrí que Francisco, el árbitro del combate, sería la solución de mi vida, así fue que le planteé una idea que en principio le pareció descabellada, pero un poco por el cariño que le desperté, y por el dinero que le ofrecí, la aceptó.

Y llegó el momento del combate, nunca hubo lleno tan impresionante en ese escenario, muchos periodistas, artistas y hasta presidente de la república.

El campeón no solamente era grande y fuerte, sino también muy técnico y agresivo, y cuando sonó la campana, se me vino encima dispuesto a acabar ese combate en pocos segundos, quizás lo hubiese hecho si me hubiese alcanzado con uno de los golpes que me lanzó, pero me fui a un lado, cómo hacía en el campo cuando me atacaban las culebras, y fue uno de mis golpes el que se estrelló primero contra su cara; sentí que lo había matado con ese golpe, y tuve mucho miedo, pensé en Dios y en el padre Francisco, pero el campeón se paró con más fuerzas y más brio.

Entonces me di cuenta de que el hombre aguantaba de verdad, de que podría darle con toda mis fuerzas y poner en práctica mi plan, así que le lancé el golpe más fuerte que había dado en mi vida, pero no se lo pegué en el rostro como pensaba, sino en el pecho, y el campeón salió disparado por sobre las cuerdas y cayó fuera del ring.

—Dios mío, ayúdame, que este hombre no esté muerto —me dije.

Y no estaba muerto, pero sí inconsciente, no se despertaba, mientras los periodistas le echaban agua en la cara y trataban de reanimarlo; allí se suponía que el árbitro debía estar contando hasta 10, y si en esos segundos no se ponía de pie, yo ganaba el combate, pero él contaba muy lento, dándole tiempo de que se despertara.

Y así, entre empujones y gritos subió de nuevo al ring, se puso frente a mí con los puños en guardia y lanzó un puño desesperado, puño que jamás hubiese llegado a su destino, si yo no me lo hubiese dejado dar, entre la nariz y la boca, para que saliera bastante sangre, y no hubiera duda de que era un gran golpe.

Y el árbitro contó hasta 10 rápidamente, y el campeón mundial retuvo su título.

Y así fue como me regresé a mi pueblo, y seguí tumbando árboles, y pescando en el lago, yendo a la iglesia todos los domingos con el padre Francisco, y nunca más tuve que pegarle a nadie.

Gracias por su lectura y comentarios

Me gustaría invitar a @anasuleidy, @sergeyk y @casv. Aquí la información

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Upvoted! Thank you for supporting witness @jswit.

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El relato me atrapó, el personaje nos va contando su vida, y aspiraciones. Hermoso, y muy bien escrito.
Gracias por compartirlo.


💦💥2️⃣0️⃣2️⃣5️⃣ This is a manual curation from the @tipu Curation Project

@tipu curate

Saludos joslud.
Muy agradecido por tu lectura y comentario, ser leído es un gran premio para mí

Excelente relato amigo.

Captó mi atención desde el principio hasta el fin.

Mi padre fue boxeador, y dejó de practicar por esa razón. Recibía muchos golpes.

Un día mi padre me contó que el practicaba junto a un señor de apellido "Rondón". Este señor, por allá en los años 70, ganó mucho dinero por ser boxeador.

Pero, fue triste verlo solo viviendo en la indigencia. Aún recuerdo a este señor ya viejo y acabado. Comía gracias a la bondad de sus vecinos.

Mi padre decía que terminó así por los golpes y por su mala administración.

Algo, que aprecio mucho es que mu papá me enseñó a defenderme. Siempre me decía: "no bajes la guardia" y aprenda a meter un cancho certero.

Gracias por ayudarme a traer a mi mente este recuerdo.

Saludos

Saludos lunasilver.
Yo vi pelear a Rondón, fue campeón mundial semi completo, un gran talento, pero sin la formación personal para asimilar el éxito y administrar el dinero que ganó; también que los apoderados eran muy malas personas.
Las enseñanzas de tu padre eran muy sabias, no hay que descuidar nunca la defensa.
Saludos con mucho cariño.

Amigo Gracias por compartir esta excelente historia de este boxeador... Increíble como todo se dio para que llegara al cuadrilátero, aunque al final logró lo que tanto quería... Una vida tranquila.
Gracias por la invitación y éxitos siempre.

Excelente relato amigo. Muy bueno. Me sentí atrapado en la lectura de principio a fin. El boxeo es un deporte muy peligroso, y a veces causa lecciones irreversibles. No es de extrañarse que alguien que no tenga vocación para ese deporte elija abandonarlo, considerando todos los riesgos que implica y sabiendo aún si sus golpes podrían causarle un daño severo a su contrincante.

Fue un gusto leer. Éxito.