• Microcuento 1:

Sin arrogancias, pero esa noche fui el centro de atracción. Podía notar como todos me detallaban y sonreían, definitivamente robé todas las miradas con mi belleza. No fue hasta llegar a casa que mi ego se desplomó hasta el sótano al darme cuenta que llevaba un zapato de cada color.

• Microcuento 2:

Una vez me dijeron que si dejaba mis zapatos en la ventana los reyes magos me dejarían regalos, desde entonces lo he hecho cada año, pero nunca he recibido nada. Creo que a los reyes magos no les gustan mis zapatos rotos.

• Microcuento 3:

Ya era tarde, pero sí quería ganarme ese solo para mañana la coreografía debía ser perfecta. Escuché que alguien más practicaba y sentí envidia por esos pasos impecables. Quise sabotearlo. Me acerqué con cuidado, pero tropecé y me torcí el tobillo intentando huir de los zapatos que bailaban sin dueño.