La Semana santa se ha convertido en días para descansar, hacer limpieza y de ser posible ir a misa. Aunque en el pasado, cuando era niña recuerdo que la familia aprovechaba el domingo de Pascua para ir a la playa o el río. Sacaban una excursión familiar y nos íbamos bien temprano hasta la tarde que regresamos.

Además del viaje a la playa, el resto de la semana se usaba con normalidad, excepto por las comidas. En mi familia, antes se comía el chiguire. Se compraba un poco y se preparaba de diferentes formas. Ya cuando se acaba, se usaba cualquier pescado disponible. Mi abuela era la que hacía los dulces. Preparaba el de lechosa, arroz con coco y arroz con leche. Recuerdo que se levantaba a la cinco de la mañana a pelar el coco, para sacarle la fruta y luego rallarlo. Con la cascara del coco la guardaba para usarla como tasa para sopa o vaso de agua. Lo que mas me gustaba era que la abuela no era pichirre a la hora de dar algo de comer. Cuando hacía sus dulces, los preparaba en la olla de presión o en una olla sopera, la más grande que tenía. Y ella solita hacía todo. Al final le daba a cada hijo tazas de dulces, para que se repartan entre sus familias, es decir sus nietos.

En cuanto a mi, recuerdo que junto a mi madre y otros familiares íbamos a la misa de los jueves y viernes. Y asistía a las procesiones, me gustaban. Y era de tarde - noche. Ahora, actualmente solo uso los días para descansar, meditar un poco. No asisto a misa como antes, tampoco a las procesiones. Ya que las hacen en las tardes, el sol y calor son demasiado fuertes últimamente, y yo que sufro de la tensión la verdad que es mejor evitarlo. Prefiero hablar con Dios desde la comodidad de mi casa, no importa donde esté siempre y cuando lo tenga presente en mi vida.