Juicio: las consecuencias de probar cosas nuevas.
Hola, gente.
Quiero compartir este relato que vino a mí sin mi permiso.
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Juicio: las consecuencias de probar cosas nuevas
El juicio comenzó. Aparte del acusado, Lucas Villegas, estaban presentes, su abogado, el juez, los jurados y Jaime y Marcelo Machado. Sus amigos de la juventud quienes fueron a servirle como apoyo moral y para testificar que Lucas no era un desubicado.
Sentado muy cerca del juez, Villegas era interrogado. Vicente Llosa, su defensor, se le acercó y dijo:
—Señor Villegas, recapitulemos.
Fastidiado, Lucas empezó por enésima vez a relatar los hechos:
«…»Recuerdo que esa noche, ya harto de hacer las mismas cosas de siempre y de sentir que no formo parte de nada, me puse una ropa que me gustaba porque me hacía sentir cómodo y fui al bar con unos amigos. Los mismos que tengo desde que salí del liceo. Teníamos el hábito de irnos de copas una vez cada dos semanas y nos prometimos que, sin importar qué pasara, nada ni nadie iba a detenernos en esas salidas.
Con un par de cervezas ya en mi sistema, vi a la distancia la caja y los productos cerca de ella. Ahí vi una caja de cigarrillos que nunca había visto antes. Animado y curioso, me acerqué a mirarla y acabé comprándola.
—Deberías tener cuidado —me avisó Jaime—. Nunca antes había visto esa marca.
—Sólo son cigarrillos —dije para escapar de un sobre análisis que no quería hacer.»
«Nos separamos y yo, bajo los efectos de los químicos de la nueva marca, no fui a mi casa. Me quedé toda la noche dando vueltas y vueltas. Mis ojos no entornaban bien y las personas y casi cualquier cosa en movimiento se veía borrosa y, al pasar cerca e intentar detallarlos sus caras se distorsionaban y sus voces sonaban o muy oscuras o muy agudas.
Me fumé otro y las personas pasaron, de verse raras a moverse muy rápido o muy lento. En este último caso, parecían sacados de esas películas antiguas de mala calidad donde todos se mueven a una velocidad muy pobre que genera incomodidad y grima.»
«La noche transcurrió y yo me deslicé por ella sumido en un estado grosero y lento. Debido a mi forma de ser -excéntrica y desligada de lo cotidiano- la gente que hacía su vida en la oscuridad de las calles no me prestó atención y anduve a la deriva hasta el amanecer.»
Hizo una pausa y dejó escapar un pensamiento:—A veces me sorprende lo poco que valgo fuera de mi grupo de amigos.
—Señor Villegas, concéntrese.
«De un momento a otro amaneció. Me dolía la cabeza y tenía hambre y frío. Miré hacia arriba y vi un edificio que parecía que iba a caerse. Me recordaba a esas tortas noruegas de aros, sólo que en ese caso los aros superiores no se achicaban y todos giraban en torno a un eje, pero sin salir volando.— dejó escapar un suspiro —Fue entonces, cuando no aguanté y empecé a gritar»
—¿Y qué fue lo que gritó?
—El edificio se va a caer. Corran —contestó sin ganas.
Las risas de parte de sus amigos y de los miembros del jurado se escucharon. Todos intentaron aguantarse, pero fallaron.
—Cuando habla del edificio de pastel nórdico, ¿a qué edificio se refiere?
—Bueno, ahora que estoy sobrio, sé que el lugar era el Exzenter Haus, cerca del banco.
Se escucharon una risas contenidas al fondo. Vi que eran Jaime y Marcelo. Ah, con esos amigos ¡qué buen apoyo moral tengo! El juez golpeó con el martillo y les ordenó que se calmaran.
—¿Fue ahí justo donde le arrestaron?
—No. Después de reaccionar así, corrí varias cuadras y casi me atropellan. Tiré a dos personas al piso. Fue cerca del parque central donde tres policías me detuvieron. Me imagino que, como soy grande, decidieron usar las pistolas eléctricas.
Pude ver a Jaime apoyándose en la baranda de madera que separaba al público de las mesas de los abogados y los imputados y el resto del personal de la sala.
El juicio continuó y una vez que supieron que estuve drogado sin saber qué estaba consumiendo y que no estaba en mis cabales fue acordado mi castigo: una multa de trescientos cuarenta mil dólares y servicio comunitario por dos meses.
Días después, el bar que visité con mis amigos fue cerrado y los dueños tuvieron que dar explicaciones de cómo fue que las sustancias llegaron ahí.
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Fue un gusto leerte.
Saludos, te deseo mucho éxito.
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Hola, @genomil.
Escribí esto porque a veces me provoca salirme de mí misma y animarme a hacer cosas que no suelo hacer, pero lo bueno es que estoy consciente de que eso no siempre en buena idea. En el caso de Lucas, la pena era menor ya que él no sabia de la composición de los cigarrillos que compró.
Saludos
Un gusto leerte, está historia me trajo recuerdos de juventud en dónde nos reímos de todo, sobre todo en los lugares donde no debemos hacer,
Y que dicha combinación de alcohol y cigarrillos no trae nada bueno, ni imaginar con esos cigarrillos adulterados/aliñados jajaja
Me dió risa ver la fotografía del edificio 🤭
Gracias por compartir,
Bendiciones!!!
Saludos. Me alegra muchísimo que hayas reído con mi publicación y que esta historia te haya traído recuerdos gratos.
Un abrazo.