EL PINTOR Y SU MUSA/PARTE XL

Para cuando Erik habló con su padre frente a su familia, mostró su madurez y postura ante lo que era importante para su crecimiento como profesional. Él, nunca consideró ceder su cargo a manos de alguien más, dentro de sí estaba seguro de lo que su abuelo había decidido, y sí el difunto señor Víctor lo escogió como heredero de su exitosa empresa, entonces lo único que debía hacer es enfocarse y cumplir con su responsabilidad.

A partir de ese momento la atmósfera dentro del restaurante volvió a la extensa calma y paz. Su padre quiso probar la fortaleza de su hijo y así mismo fue gratamente sorprendido.

En medio de la conversación surgió el tema referente a la situación de Victoria, quien fue la cuidadora de la señora Martha. Ayudarla a comprar su propia vivienda era aceptable, pero de allí a ofrecerle un cargo en la empresa del pintor, era una decisión que necesitaba ser discutida.

Yendo un poco más atrás, Victoria le había estado enviando mensajes en modo anónimo a Erik, y es que ella tenía las intenciones de agradarle para seguidamente tener una cita y así sucesivamente...estos hechos serían tomado en cuenta.

Emma siempre había sido honesta con Erik, especialmente cuando él le pedía su opinión. La manera en que él consideraba las palabras de ella, cuidando también de sus sentimientos con respeto, hacía que Erik se viera como un hombre encantador y digno de confianza.

—Estoy de acuerdo con la ayuda que tú papá y tú le darán a Victoria para comprar una vivienda —le dijo Emma con sinceridad—. Y en cuanto a ofrecerle un cargo en tu empresa, ya sea presencial o a distancia, ambos podrán mantener una comunicación fluida, Erik. En lo personal, si estuviera en tu lugar, consideraría absolutamente todas las opciones. Pero al final, la decisión es tuya —agregó, marcando sus límites con suavidad pero firmeza.

Y no era porque Emma fuera una mujer que mostrara celos, sino porque entendía que las personas capaces de insinuarse o de buscar ventajas deben respetar ciertos márgenes. Eso implicaba mantener el respeto y aceptar las decisiones ajenas con madurez.

—¡Sé lo que voy a hacer, mi amor! —exclamó Erik, con una sonrisa amplia, quedándose perplejo ante la intensidad de los ojos de su amada.

—¿Arte Viva…? ¿El nombre de tu propia galería de arte? —preguntó Emma, reflexionando sobre ese nombre y su significado, dejando que las ideas se mezclaran en su mente.

Erik sonrió con confianza y le confirmó que, efectivamente, esa sería la dirección. Tendría su propia galería de arte, y uno de los beneficios de ser director de la empresa que heredó sería que esta gozaba de reconocimiento por su exitosa trayectoria en subastas.

—Prestige Subastas seguirá manteniendo su prestigio, mientras que la galería Arte Viva generará un ingreso adicional destinado a fundaciones benéficas. La idea es apoyar a personas de bajos recursos que necesiten insumos médicos y alimentación. ¿Qué opinas, mi amor? —preguntó Erik, con una visión ambiciosa y un propósito que reflejaba su gran corazón.

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Ella lo abrazó enseguida, claramente feliz por los planes de Erik. Sin dudas, estaba dispuesta a apoyarle en todo lo necesario para hacer realidad esos sueños.

Poco después, llegaron al apartamento de Erik. Ambos bajaron del vehículo y caminaron juntos hasta llegar a su destino.

El celular de Emma empezó a vibrar, y en ese instante recordó que debía devolverle la llamada a su mamá.

—¿Mami? Disculpa, olvidé llamarte. ¡Estoy bien! Dile a papá que no se preocupe; por el momento, no estoy en Dublín. Tuve que hacer un viaje a París y ahora estoy con Erik—, le decía Emma a la señora Luz.

—Lo más importante es que ambos se encuentren bien, hija. Por cierto, ¿cuándo podremos conocer a Erik? Tu papá, tus hermanos y yo estamos ansiosos por compartir con el nuevo integrante de la familia. ¡Lo considero un hijo más!—, su madre, entusiasmada, le confesaba lo que sentía respecto a su relación con el pintor.

Emma había quedado en reunirse con su familia para que finalmente conocieran al hombre que había sido capaz de amarla como ella merecía.

El pintor se dirigió hacia el sofá para sentarse un momento y poder charlar cómodamente con su amada.

—¿Todo bien con tu familia, mi amor?—, preguntó cortésmente, haciendo señas con las manos para que ella se sentara a su lado.

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—Quieren conocerte, mi amor. Me gustaría planear un almuerzo o una cena, algo especial. ¿Qué dices?—, preguntó Emma, abrazando a Erik y deseando que ese encuentro sucediera pronto.

—¿Sabes que cuando mi abuela Martha aún vivía y supo de ti, me habló de lo mismo? Mi amor, escoge el día y allí estaré contigo—. Tras esas palabras perfectamente pronunciadas, el pintor le dió un beso en los labios a Emma.

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