Erik y Emma habían acordado su cita, solo quedaba esperar a que llegara la hora establecida.

Y en cuanto a Karla, ella se enfrentó a Emma, haciendo acusaciones en contra de Erik, su propósito era hacer que su compañera sintiera desconfianza hacia él.

Dejándola con una pregunta en su mente y que tarde o temprano obtendría la respuesta.

Las horas transcurrieron, el pintor y su musa se dirigieron hacia sus diferentes destinos, con el propósito de encontrarse en una cita más. Cuando las ansias crecían, el deseo se intensificaba, y esas ganas insuperables de mirarse el uno al otro aunque sea a través de una videollamada, los mantenía sumergidos en un amor bonito.

Emma finalmente había llegado a su apartamento, dejó su agenda junto con su laptop sobre la mesa de la sala, tomó asiento en su cómodo sofá, sacó su celular del bolsillo de su chaqueta seguidamente le envío un mensaje a Erik, para informarle que ya se encontraba en su hogar.

Por otro lado Erik, fue en busca de un lienzo, unos pinceles y un poco de pintura, se sentó en el sofá de su sala, se sirvió una copa de vino justo antes de beberlo, recibió el mensaje...

¡Mi amor, estoy anhelando nuestro momento!

El pintor sin esperar más tiempo, hace la llamada...

—¡Buenas noches, señorita! Si tan solo pudieras sentir los latidos fuertes de mi corazón.—Erik decidió dejarse llevar por su inspiración.

—Que sin importar que sea a través de la cámara de un celular, puedo admirar este hermoso paisaje que me dan sus ojos...Sin dudas, estaría perdidamente enamorada.—Expresaba el pintor con una sonrisa en su rostro.

—Y es que estas sensaciones son fascinantes y con todo respeto me atrevo a decir...que de alguna manera más romántica me he vuelto adicto a usted.—Erik se dejó llevar por sus sentimientos hacia su amada, expresando así de forma fluida todo lo que su corazón guarda.

Emma quedó embelesada al escuchar las palabras expresadas del amor de su vida, aunado a ello la sonrisa y el destello de luz a través de sus ojos, demostrando la inmensidad de su amor.

—¿Siempre tienes palabras lindas para mí, Erik? Los latidos de mi corazón estoy segura van al compás de los tuyos mi vida.—Emma seguía el ritmo mágico y de una melodía hecha pasión.

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El pintor mostró su lienzo en blanco, sus pinceles, pinturas y le pidió a Emma que cerrara sus ojos mientras él haría una pintura más.

En el reproductor de música colocó una canción romántica para ambientar la ocasión. Alguien llamaba a la puerta del apartamento de Emma, a la vez que Erik señalaba con su dedo para que ella estuviera atenta.

Hecho que le causó gracia, la tomó por sorpresa, y es que estaba muy concentrada en lo que su pintor se disponía a hacer.

—Cuando me tratas así, termino preguntándome a mí misma ¿Erik Karlsson es real?.—Emma hablaba mientras caminaba a recibir su cena.

—Todo lo que ves, lo que escuchas, lo que sientes, lo que degustas, lo que tocas...créeme que es real mi vida.—Respondió el pintor.

Ella dejó su cena sobre la mesa para no perder de vista al pintor.

Minutos después el sonido del microondas desde el apartamento de Erik, se escuchó en la videollamada.

—¡Mi cena está lista! Para esta noche escogí, una deliciosa ensalada césar, pollo a la plancha que tuve que recalentar, acompañado de una copa de vino ¿A cenar?.—El pintor invitó a Emma.

—¡Ordenaste lo mismo para mí, delicioso!—Llenando su copa de vino, ambos comenzaron a degustar la cena.

Hablaron de todo lo que hicieron en sus trabajos e incluso del inconveniente que tuvo Emma con su compañera. Luego el tema de conversación cambió pasándose de lo elaboral a lo personal.

Por otro lado, la abuela Martha tenía días sin ser visitada por su nieto al encontrarse éste fuera del país, Erik tampoco se había comunicado con ella. También recordaron el cronograma que diseñaron para ambos, cuando recién habían comenzado su relación. Entre risas, coqueteo y una seria conversación, la cena llegó a su fin.

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— ¿Me permites contemplar tu nueva obra?.—Preguntó con ternura Emma.

El pintor respondió a la pregunta de su amada mostrándole su pintura.

Ella bebía de su copa de vino y al mirar el cuadro, dejó caer un poco de la bebida sobre el escote de su blusa de seda.

—¡Disculpa mi amor! ¿Es inapropiado?.—Preocupado preguntó el pintor preguntó.

—¿Cómo podría ser inapropiado cuando tú y yo nos amamos? Con esta pintura me demuestras que tú eres el pintor y yo definitivamente soy tu musa.—Asertivas fueron las palabras expresadas por Emma.

¿La pintura? Era la silueta del cuerpo desnudo de su amada, su largo cabello llegaba a su cintura cubriendo delicadamente la mitad de la parte superior de su cuerpo. Estaba sentada sobre una cama, unas sábanas blancas transmitían la pasión y romanticismo del momento íntimo.

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