Esa es la dificultad cuando tratamos pecados y crímenes o delitos en la misma conversación.

Como seres humanos ninguno está libre de pecado, por lo cual al juzgar y señalar a todos los demás por sus pecados/errores/decisiones como si estuviéramos impolutos caemos en la soberbia.

Por otra parte, para juzgar y aplicar penas ante crímenes o delitos necesitas estar calificado para ello, y aún así los jueces no están exentos de ser subjetivos o de alguna manera responder a sus intereses. Los actos de corrupción que cometen los funcionarios son estimulados por ciertas condiciones de su entorno, presiones, el sistema, y por sentimientos como la codicia, la avaricia, la ambición.

Estoy totalmente de acuerdo en que la honestidad debe estar en la base de todas las decisiones. Al que le corresponda hacer justicia, que lo haga, si tiene la autoridad para hacerlo.

A pesar de toda la injusticia y la corrupción que uno observa en el mundo, me gusta pensar que aún hay personas honestas y cría a otras personas con ese valor. Hay que tomar en cuenta que en cada pequeño acto que realizamos puede que estemos poniendo a prueba nuestro apego a ella, en un mundo que parece gritar que todo es válido. La honestidad se va forjando desde las pequeñas cosas.

Saludos