Una Imagen y una Historia Semana #94

  Una nueva semana para desarrollar historias mágicas partiendo de la imagen que asignemos, ya está en curso gracias a la iniciativa que promueve nuestra amiga @suboohi y, no podía dejar pasar esta edición, porque me encantan las dinámicas que estimulan el arte de la escritura. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  Tener mascotas en casa, es vivir una constante aventura de emociones, aprendizajes y reflexiones que, sin duda alguna, nutren nuestra vida. Por ello, soy partidaria de creer que, en la medida en que se nos sea posible, debemos darnos la oportunidad de explorar esta experiencia tan enriquecedora, ya que a través de ellos comprendemos ampliamente la esencia de la existencia.

  De niña, quise tener una mascota. Cada vez que veía un perrito, conejo, peces, hámster e incluso, los pájaros, le hacía la petición a mi papá con mucha ilusión, pero ante esta recurrente solicitud, solo tenía la siguiente respuesta:

En casa no tenemos el espacio suficiente para acondicionarle un buen lugar

  Novedad que no era una excusa de su parte, porque nuestra casa era muy pequeña, pero aun así, mantenía mi esperanza de cristalizar ese sueño. Debido a ello, en mis primeros años de vida me ediqué a compartir con las mascotas de mis conocidos, al igual que investigaba curiosidades sobre ellos.

  El inclemente tiempo avanzó y, en un pestañar, estaba viviendo mi juventud, por lo que, la oportunidad de tener a mi anhelada mascota había llegado y, al dirigirme a una fundación de adopción, opté por un gato. Aquí debo hacer énfasis en que, la consideración de adoptar un felino estuvo motivada por una recomendación de mi psicóloga, ya que ese nuevo amigo me ayudaría a superar la depresión.

  Una vez tuve a mi gatito en casa, comencé a conocer el mundo tan fascinante de las mascotas. Siempre digo que mi vida tiene un antes y después del primer felino que adopté, ya que debido a la intolerancia de algunas personas, fue asesinado nueve meses posterior a su adopción y, aunque inicialmente no quería volver a adoptar una mascota, al final lo hice, porque el amor genuinos que los animalitos transmiten, es vida.

  La relación que tengo con mi mascota actual, es de amistad y, tal vez quienes no tienen un animalito de compañía, no comprenden este vínculo, pero con toda la certeza les puedo decir que, mejor amigo que Rocky, no puedo llegar a tener y, es mi maestro de vida en todos los aspectos; particularidad que me encanta, porque de lo más sencillo, me enseña una gran lección.

  Gracias a Rocky aprendí que, el amor es genuino y no tiene barreras. Un ejemplo de ello es esta fotografía, porque para él, el muñequito que está a su lado, es una persona y, de manera espontánea, le transmite su amor; acción que inmediatamente me llevó a reflexionar que, si alguien es amoroso, tiene la facultad de dar lo mejor de sí mismo, sin excepción alguna.

  Mi mascota no es egoísta y, él siempre está compartiendo su dulzura sin considerar en lo que tenga la otra persona u objeto, tal como lo hace aquí. Por lo tanto, con esta acción, él una vez más me recordó que, al mundo, le hace falta más amor y, si entre todos nos motivamos a expandir este sentimiento, podemos tener una sociedad muy amorosa.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

La fotografía presentada en esta publicación, fue extraída de mi galería personal