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En la zona oriental de Venezuela, se come el pescado con frecuencia. Es normal que esto ocurra, debido a que en casi todos los estados que la integran, Sucre, Anzoátegui y, por supuesto, el insular Nueva Esparta, tiene acceso al mar y al sinfín de productos alimenticios que en este existen. En Carúpano y sus alrededores, por ejemplo, donde transcurrió una gran parte de mi vida, comíamos pescado al menos cuatro veces a la semana; y si en alguna ocasión en que estuviésemos divirtiéndonos, acordábamos realizar una comida, la mayoría de las veces era el pescado el ingrediente principal.

Recuerdo que en aquellos tiempos, no teníamos un pescado favorito ni una forma predilecta de prepararlo. Debe ser porque sabíamos que en el mar no se encontrarán jamás, al mismo tiempo, todas las especies que conocemos, porque estábamos al tanto de que había algunos que solo aparecían en épocas específicas. Las personas que iban al mercado a comprar este producto, las amas de casa, sobre todo, lo discriminaban de acuerdo con la manera en que luego lo cocinarían: para sopa, para freír o para desmenuzar; no se hacía mucho énfasis en el tipo de pescado, porque todos sabían que lo que había a la venta era lo que el mar estaba ofreciendo para esos momentos, no se podía exigir lo que no existía.

La tradición, por otra parte, dentro de las hogareñas cocinas, delimitaba muy bien el modo de degustar el pescado, y era bastante difícil, muy extraño, que eso variara: en el almuerzo, se comía indefectiblemente en sopa, un sancocho con todas sus verduras incorporadas; y si era frito o desmenuzado tenía que ser para la cena, con su respectiva ensalada y la infaltable arepa. A nadie se le ocurría servir un hervido al final del día y era bastante raro también que al mediodía se comiese algo que no fuese un caldo.

Hoy en día, sin embargo, después de tantos años, sí puedo asegurar que mi pescado favorito es la anchoa fresca (no vayan a creer que es esa tira salada que le colocan a la pizza). Me encanta la textura y el sabor que tiene, además es tan versátil que puede prepararse frita, en sopa, desmenuzada u horneada, y en todas esas versiones resulta exquisita. Ya no como en estos tiempos tanto pescado como antes, sin embargo, intento que, al menos, dos veces a la semana tengamos en casa un plato que asuma como protagonista a este excelente producto.

No inventamos mucho, en realidad con respecto a la manera de prepararlo; lo comemos preferiblemente frito, acompañado con una ensalada cruda (repollo y zanahoria rallados, cebolla, pepino y su punto de mayonesa). Lo único extraño que hemos hecho algunas veces es freír el pescado para colocárselo a la sopa. Eso lo experimenté porque, de repente, un recuerdo muy lejano me enseñó a mi madre realizando de esa forma un sancocho de tajalí. No nos arrepentimos para nada, sabe muy bien.

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Invito a los amigos:
@fannyescobar,
@sol02 y
@adrianach2025

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C.c. @dasudi

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_{Nota: Las imágenes que pertenecen al autor fueron tomadas con la cámara del teléfono móvil, modelo: Samsung SM-A135M.}