PRIMERA PARTE

Adriana es una chica joven, activista defensora de los animales, está luchando para que aprueben la ley contra el maltrato animal. Ha participado en varias actividades promoviendo el cuidado responsable de las mascotas y el respeto por la vida silvestre. Sus esfuerzos han desatado muchas críticas, sin embargo, se le ha dado una oportunidad en el parlamento para que justifique la aprobación de la "Ley para la Protección de la Fauna Doméstica Libre y en Cautiverio".

Sin embargo Adriana se congela, al ver tanta gente, a los medios de comunicación nacionales e internacionales, se pone muy nerviosa y se le olvida el discurso, empieza a sudar y en ese momento la llaman al podio para exponer su punto...

SEGUNDA PARTE

Un rato antes de que le tocara dar su discurso, la chica le había dicho a su señora madre: “Mamá, en verdad me siento como palo e’ gallinero. No soy de las personas que nacieron para hablar en público. Por eso tuve muchos problemas en la escuela. Recuerdo que me quedaba como muda cuando la maestra me preguntaba alguna cosa. No sé cómo voy a hacer. Me da miedo repetir la situación de quedarme petrificada como una estatua. Temo hacer el ridículo cuando esté al frente de tanta gente encopetada”.

• No te preocupes, hija mía. Antes de venir a acompañarte pensé en tu situación y por eso se me ocurrió comprar para ti una carterita de ron blanco anisado. Te puedes echar en el buche toda esa bebida, y eso te garantiza que no le tendrás miedo a nada ni a nadie -le animó la madre.

• Parece buena idea, madrecita; pero yo nunca fui dada a la bebida. Ni siquiera, como lo haces tú, todos los 24 y 31 de diciembre, cuando siempre terminas dormida sobre los muebles de la sala, después de cantar aquella canción de Gualberto Ibarreto que dice: “Ah cuerpo cobarde, cómo se menea. Yo cargo una pea que Dios me la guarde”.

• Bueno, hija. Inténtalo. Échate todo ese ron a pico de botella. El licor vuelve valiente hasta la más gallina de las personas.

• Bueno, dame acá la carterita. De repente me la bebo unos 5 minutos antes de que me toque el turno.

Fuente

Y el momento esperado se acercaba. Faltaban 10 minutos para que Adriana interviniera ante aquel público de 250 diputados, pero para que no la vieran ingiriendo la bebida espirituosa corrió rápidamente hacia el baño. Estaba a punto de ponerse la botella en la boca cuando se le ocurrió otra idea: Utilizaría el coraje y la sed de justicia para decir lo que tenía que decir. Para ello bastaba traer a la mente la triste imagen de la muerte de su perro. Pues su mascota había sido víctima de un conductor que la atropelló por mero gusto.

La chica fue clara y contundente y su intervención fue un éxito total.

_{Invitación: @mariagood, @marianri, @mini80}