¡Guao! El padre del protagonista era un hombre de temer. Sabía "enterrar la ponzoña" como un escorpión, y no miraba a quién le hacía daño. Tal vez, Nakarí, dentro de poco, viva el dolor de la madre del protagonista o, quizás no, en el amor nunca se sabe cuál será el destino final.
Tu relato es impecable. Te felicito.
Y todavía existen seres peores que ese padre... Lo cierto fue que se quedó en la mansión y con la dueña de la fortuna.
Gracias por la lectura y los comentarios, amiga. Un gran saludo.