Mi vida como una pelicula: un viaje de locos

in Comunidad Latina16 days ago

Un viaje de locos

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Esa mañana de marzo mi hermana le suplicaba a mi padre ir a la fiesta de cumpleaños de nuestra prima. Cumpliría la mayoría de edad y sería una gran fiesta. Había varios obstáculos: vivíamos a 8 horas de distancia en carretera y era sábado, yo todavía seguía en la primaria y tenía que ir a clases el lunes. Mi papá seguía negándose a la petición cuando de pronto tocaron la puerta principal: eran los Martínez, amigos fieles de la familia, llegaron a la ciudad al mismo tiempo que mis padres y desde que se conocieron se habían ayudado muchas veces en momentos de crisis.

—Compadre, ¿cómo le va? —saludó el señor Martínez, que informalmente todos llamábamos de Gregorio—. Hemos venido con una propuesta. Estábamos pensando en ir a la playa, ¿qué dices?

Esa idea, para mi padre, era más atractiva: estaba más cerca y regresaríamos el mismo día.

—O podríamos ir a la fiesta de mi prima... —sugirió mi hermana, nuevamente. Esa idea pareció agradarle a la hija mayor de los Martínez—. Además, ella los conoce. Vamos, ¿sí? Por favor, por favor.

Para ese momento eran dos pidiendo ir a la fiesta, así que las dos familias llegaron a la conclusión sencilla de hacer las dos cosas. Saldríamos al medio día, llegaríamos más tardar a las 8pm, disfrutaríamos la fiesta y regresaríamos al día siguiente haciendo parada en la playa, ¿qué podría salir mal?

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Nuestra travesía comenzó al medio día, según el itinerario. Gregorio se había adelantado en el camino en su Volkswagen escarabajo del 70, tenía esa costumbre de andar a altas velocidades, ya mi padre andaba en su Volkswagen escarabajo del 98, no tenía muchos apuros, pero al cabo de un tiempo logramos alcanzarlos. Veníamos divirtiéndonos, aprovechando el viaje para deleitarnos del paisaje llanero y los adultos bebiendo un poco. Saliendo de un pueblo, Gregorio no vio el reductor de velocidad en la carretera, lo que causó que se accidentara. Había pasado apenas una hora del viaje y mi padre sugirió regresar, pero Gregorio insistió en avanzar, ya habían arreglado el carro en el pueblito y había una fiesta esperando por nosotros.

Sin embargo, media hora después, volvió a accidentarse. Esta vez, estábamos en medio de la nada, la única compañía era de unas vacas que pastoreaban dentro de una finca y la soledad de la carreta. En mi cabeza infantil, me pareció una brillante idea de pasar las dos horas varadas en el camino molestando al hijo menor de los Martínez. «Oye, escóndete, tu camisa es roja y los toros te pueden atacar», le susurré con seriedad. El pobre niño lloraba, mientras yo reía y los adultos intentaban resolver cómo seguir andando. Encontraron la solución de remolcarlo hasta el siguiente pueblo donde volvieron a arreglar el carro. Ya ni siquiera sabíamos que hora era y todavía estábamos lejos de nuestro destino. Mi padre insistía en regresar, pero Gregorio, terco, insistía en avanzar.

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El sol se ocultaba y todos teníamos hambre. Habíamos perdido horas en ese pueblo y ya el sol se estaba ocultando. Andamos un par de horas más por la carretera y ya agotados, hambrientos y estresados por no saber si esta odisea iba a terminar, decidimos relajarnos y hacer parada en un restaurante que encontramos en el pueblo siguiente. Además de comer, decidieron participar del karaoke del local y pasar el rato bebiendo. A pesar de las desesperaciones y la incertidumbre, siempre encontraban la manera de divertirse y sacar un momento agradable y eso es lo que caracterizaba la amistad de mis padres con los Martínez.

Aun así, mi padre ya estaba un poco harto de los inconvenientes, así que tomó la decisión de amarrar los dos carros lo más cerca que podía, parachoques con parachoques. Era media noche y ya estábamos lejos como para regresar. Lo que era un viaje de 8 horas llevaba 12 horas de camino y todavía faltaba.

—Aprieta, que le voy a dar chola —fueron las palabras que le dijo mi papa a Gregorio, antes de arrancar y acelerar.

Iba tan rápido que había olvidado que llevaba otro carro amarrado al suyo, pero el cansancio y las ganas de llegar eran mayores. Una fiesta nos esperaba al final del camino y había pasado tantas cosas ese día, que ya solo deseábamos dormir.

—¡Llegó el comité de limpieza! —gritó mi madre al entrar por la puerta de la casa de mis abuelos, donde había sido la fiesta.

Eran las 3 am, la música ya no sonaba y había señales de botellas vacías. Por un lado, un joven borracho dormía en el sillón mientras sus amigos lo maquillaban, asegurándose que sus risas no lo despertaran. En los cuartos dormían los niños amontonados y tía intentaba recoger un poco antes de irse a dormir. Mis padres le comenzaron a contar toda la aventura y mi hermana estaba molesta por haberse perdido la increíble noche. Ya después de eso, no nos tocó más que descansar un par de horas. Los Martínez siguieron de largo para visitar a su familia y nosotros regresamos de donde no debimos salir. Y nunca fuimos a la playa.

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Espero no haya sido un problema las imágenes que usé, puesto que, la verdad, no tengo fotos sobre eso y no me gusta exponer la imagen de mis conocidos sin consentimiento en internet. Los nombres también fueron cambiados, pero es una historia 100% y me encanta contarla. Además toda la vida he sentido que es digna de una película protagonizada por Robin Williams en vida junto a Eddie Murphy. Por eso, este ha sido mi aporte para el Concurso: Mi vida como una película

Aprovecho y quiero nominar a @yolyve, @nayita238 y @zulay7059 a participar también.

Nos leeremos a la próxima.

Até logo

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 15 days ago 

Hola mi querida amiga @arpege, un placer saludarte

Aquí podemos notar como la emoción de asistir a una fiesta termina convirtiendose en una gran travesía llena de retrasos, inconvenientes, y a pesar de todas estas situaciones se puede notar que hay unión familiar y unas inmensas ganas por disfrutar, a veces planeamos una cosa y el destino o la vida nos tiene reservado otra muy diferente.

Te envío un abrazo 🤗. Bendiciones. Gracias por tu amable invitación.

 14 days ago 

De verdad siento que tentamos mucho al destino por insistir en ir a esa fiesta, pero las risas nunca faltaron jaja

 14 days ago 

Qué bonito recordar esos momentos caóticos que terminan siendo los más memorables.
Hubo risas, accidentes y cansancio, pero lo que más noté o lo que más resalta es el cariño entre las familias y esa amistad inquebrantable. ¡Gracias por compartir algo tan real!

Participante #6

 14 days ago 

Es de las mejores anécdotas que tenemos como familia, fueron tantas cosas aleatorias que siempre dije que era como una pelicula de comedia. Por eso no pude dejar pasar esta oportunidad para contárselos jaja

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Holaa, vaya que fue divertido y emocionante este viaje de locos me fueran invitado 😁 seguro voy. Suerte bye ❤️

 13 days ago 

Espero que hubieras llegado a tiempo a la fiesta jajaj