¡Holisss! Volví, volví, estoy de vacaciones pero no ausente del todo ok jajaja. Les cuento un poco de lo que fue mi lunes pasado...

_{Portada de mi autoría creada con PicsArt}

El día comenzó con una visita muy especial. Mi hermano me había contado que una pareja de amigos suyos, que también son de nuestra ciudad y ahora viven en Argentina, se convirtieron en papás de mellizos y ya yo los habia visto por las redes. Así que fuimos a conocerlos. Y qué les puedo decir… Benjamín y Bianca son una dulzura total. Dos bebés preciosos, con caritas que parecen sacadas de un cuento, y una energía que llena el ambiente aunque todavía no caminen ni hablen.

Verlos fue como una dosis de ternura pura. Bianca es más tranquila, con una mirada que parece observarlo todo, mientras Benjamín es inquieto, curioso, y ya quiere gatear por toda la casa. Me encantó ver cómo sus papás han construido aquí su hogar, con amor, paciencia y ese toque venezolano que nunca se pierde. Fue un momento íntimo, cálido, y me hizo sentir que la distancia no borra los lazos, solo los transforma.

(Por motivos de privacidad ya que son menores, no les comparto foto de los melliz)

Después de esa visita tan bonita, decidí salir a caminar por Palermo, uno de los barrios más vibrantes y verdes de Buenos Aires. Las calles están llenas de árboles, cafés con mesas al aire libre, tiendas con estilo, y murales que te hacen parar cada dos cuadras para tomar fotos. Palermo tiene esa mezcla de modernidad y calma que te invita a quedarte, a sentarte en una plaza, a mirar sin prisa.

Caminé bastante, sin rumbo fijo, dejándome llevar por la vibra del barrio. Oriana se enamoró de una tienda de plantas, mi hermano se obsesionó con los murales, y yo me quedé encantada con los parques. Hay algo en el verde de Palermo que te abraza, que te hace sentir parte de la ciudad sin ser turista.

Ya cayendo la tarde, pasamos por el Teatro Colón, aunque solo vimos sus afueras. Y qué belleza. La fachada es imponente, elegante, con ese aire clásico que te hace imaginar óperas, conciertos y noches de gala. No entramos, pero solo estar frente a él fue suficiente para sentir su grandeza. Me prometí volver, entrar, y vivir alguna función desde adentro. Porque si por fuera ya enamora, por dentro debe ser un sueño.

Y como si el día no pudiera mejorar, Oriana y yo decidimos entrar a un centro comercial de arquitectura antigua que encontramos por casualidad. Fue como descubrir un tesoro escondido. Techos altos, columnas clásicas, vitrales, detalles en hierro forjado… todo tenía ese aire de otra época, pero con tiendas modernas y cafeterías acogedoras. Caminamos por sus pasillos como si estuviéramos en una película. Nos tomamos un café, miramos vitrinas, y nos quedamos hablando de lo bonito que es encontrar lugares que mezclan historia con actualidad.

Me quedo con la imagen de Bianca dormida en brazos de su mamá, con Benjamín riéndose por cualquier cosa, con los árboles de Palermo moviéndose al ritmo del viento, con la fachada del Colón iluminada por el sol de la tarde, y con Oriana sonriendo entre vitrinas antiguas.

Gracias por acompañarme en esta aventura, me tiene muy feliz el hecho de poder compartir mis vivencias en este nuevo país aquí y enseñarles un poco.

Saludos y bendiciones para todos💗💗💗

Todas las imágenes de éste post son de mi autoría y de mi galería personal