Mi día comienza muy temprano con una oración matutina de una hora y mi devocional bíblico de 45 minutos, donde aprovecho la mañana para dedicarla a mi bienestar espiritual. Tener paz y autocontrol en estos días, cuando la inflación está devorando las finanzas familiares, nos lleva a profundizar en el ámbito espiritual para no caer en la angustia y las preocupaciones que pueden afectar nuestra salud mental.

Después de mis devocionales, desayuné y alrededor de las 10 a. m. fui de compras, pero primero di un paseo para ver las mejores ofertas en productos secos y legumbres en los supermercados.

Buscar ofertas también nos ayuda a ejercitarnos y a relajarnos para no caer en el caos emocional. Tratamos de tomarnos las cosas con calma, aunque el dólar oficial nos preocupa, ya que su precio cambia a diario, lo que acelera la economía venezolana hacia la hiperinflación. Que Dios nos proteja.

Seguí buscando precios, y dondequiera que encontraba un producto con mejor oferta, lo compraba.

Pasé la mañana caminando y caminando, buscando ofertas, y no me quedó más remedio que comprar verduras con el dinero que me quedaba e intentar aprovecharlo al máximo para llevar un poco de cada cosa.

Así que compré medio kilo de tomates, cebollas, pimientos, zanahorias y col, y se me acabó el dinero.

Llegué a casa con la compra y era más de la 1:10 p. m., lo que me permitió descansar un rato. Luego almorcé y, alrededor de las 3 p. m., trabajé un rato en la computadora, ya que tengo un servicio de adoración en la iglesia a las 6 p. m. y debo asistir con mi familia.

A las 6 p. m. ya estábamos en la iglesia adorando a Dios; el servicio terminó a las 7:30 p. m. Regresamos a casa, comimos pan y luego me fui a mi habitación con el teléfono hasta que me quedé dormido.