Mi día comienza con mucha energía, ya que hoy viajo como misionero con la iglesia a la que asisto a un pueblo llamado San Joaquín, a 30 minutos de Cantaura, mi ciudad natal.

El viaje está programado para las 5 p. m. y debemos estar listos para llegar y regresar temprano, ya que es temporada de lluvias.

La mañana transcurrió tranquilamente sin incidentes, ya que pasé parte de ella trabajando en la computadora y en el huerto de casa, cuidando las plantas medicinales y sembrando chiles y yuca.

Llegó el mediodía, almorcé, descansé y luego dediqué una hora a la oración, ya que esta tarde tenía previsto predicar en el pueblo de San Joaquín y necesitaba comunión con Dios para la revelación de un importante mensaje de edificación para todos los hermanos que asistirían al servicio de la tarde.

Cuando llegaron las 5 p. m., ya estaba preparado, y el pastor de la iglesia me recogió con otros hermanos, y comenzamos nuestro viaje misionero con alegría y felicidad.

Salimos de Cantaura con un grupo de aproximadamente 25 hermanos y hermanas en tres vehículos y llegamos a las 17:40 h al pueblo de San Joaquín, donde nos recibieron los pastores de la iglesia y los demás hermanos y hermanas en Cristo que se congregan allí.

El servicio comenzó a las 18:20 h con una lectura de la Palabra de Dios y cánticos espirituales. Luego me presentaron para enseñar esa noche. Hubo mucho regocijo entre los hermanos y hermanas, ya que hacía tiempo que no nos reuníamos de esta manera para alabar a Dios.

El servicio terminó a las 7:10 p. m. y luego hubo una sesión de compartir. El pastor de la Iglesia de San Joaquín, junto con algunos miembros de la congregación, preparó bocadillos y aperitivos para compartir con todos los miembros de la congregación que los visitaban.

El ambiente era muy agradable y nos tomamos varias fotos a la hora de despedirnos.

Regresamos a Cantaura alrededor de las 8:20 p. m. Descansé y luego esperé a dormir.