Tus palabras hablan por ti: cuando hay sabiduría, el ruido se apaga...

Cuanto hemos lastimado a otros sin darnos cuenta, que tanto hemos destruido con nuestras palabras, realmente cuidamos lo que decimos o simplemente dejamos salir las palabras sin cuidado...

Hablar con sentido es más fuerte que alzar la voz.

¿Alguna vez has dicho algo y apenas salió de tu boca, supiste que no debiste decirlo así? A todos nos ha pasado. No se trata solo de “tener razón” o de ganar discusiones… se trata de aprender a usar nuestras palabras con propósito. Lo que decimos puede construir puentes o levantar muros, puede abrir puertas o cerrarlas para siempre.

Hoy quiero hablarte de algo que parece simple, pero es profundamente poderoso: cómo hablamos. No desde una perspectiva técnica o académica, sino desde lo real, lo cotidiano, desde eso que vivimos todos los días. Porque al final, las palabras no son solo sonidos; son señales de lo que hay dentro de nosotros.

Vivimos en un mundo lleno de ruido: opiniones, críticas, redes sociales, debates, y mucha gente hablando sin pensar. Pero cuando alguien habla con sabiduría, con claridad y desde la experiencia, el ambiente cambia. Se hace silencio, se siente respeto, se presta atención. No por el volumen, sino por el valor de lo que se dice.

La sabiduría no siempre viene de un libro o de un título. A veces viene del que ha caído y se ha levantado, del que ha aprendido a escuchar más que a hablar, del que se ha tomado el tiempo de pensar antes de responder. Y eso se nota en los labios del entendido, como dice el proverbio.

"Las fuerza de las palabras no residen en que tanto mueven la tierra sino en la calma que producen y las tormentas que calman."

Muchas veces creemos que hablar fuerte es ser fuerte. Pero no es así. Gritar no te hace tener más razón. Imponer no significa liderar. De hecho, hay más poder en una palabra calmada, en una frase bien dicha, que en cien palabras vacías lanzadas al aire por impulso.

Cuando uno aprende a hablar con sabiduría, empieza a cuidar lo que dice, pero también cómo lo dice. Aprende que hay momentos para guardar silencio, y otros para levantar la voz, pero siempre con intención. No para herir, sino para guiar. No para humillar, sino para despertar.

En mi vida he aprendido que las mejores conversaciones no son las que me dejaron sin argumentos, sino las que me dejaron pensando. Y muchas de esas vinieron de personas que sabían cuándo hablar… y qué decir. Eso es sabiduría en acción.

Así que hoy quiero invitarte a eso: a cuidar tus palabras. A elegirlas como quien sabe que lo que dice puede marcar a alguien, para bien o para mal. Que tu forma de hablar hable bien de ti, incluso cuando no estás tratando de impresionar a nadie.

"Porque cuando hay sabiduría, no hace falta gritar… el ruido simplemente se apaga."

Te dejare 3 preguntas interesantes en las que puedes reflexionar acerca de ti mismo y se que te ayudaran a analizar tus actitudes y falencias.

  1. ¿Mis palabras construyen o solo reaccionan?
  2. ¿Qué impacto dejo con mi forma de hablar, incluso cuando estoy molesto?
  3. ¿Sé guardar silencio cuando el momento lo requiere?

Recuerda que nada de esto esta escrito para ofender o hacer sentir mal, sino para ver nuestros propios errores y así mejorar cada día aprendiendo de nosotros mismos y convertirnos en mejores personas.


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Las imágenes que son presentadas en el post son sacadas de la biblioteca PEXELS y están libres de derechos de autor. Todo el escrito es totalmente original y escrito por mi persona. No ha sido alterado de ninguna forma.

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