Al llegar a nuestro destino, estaban unos amigos. Después de saludarlos y conversar un rato, nos preguntaron: "¿Quieren comer cachapas?" Y rápidamente contestamos que sí. Esa invitación no solo era para comer cachapas, sino para ir a buscar los jojotos en plena siembra. Sin pensarlo dos veces nos adentramos donde está esa cosecha y eso fue motivo de risas; mi sobrina nunca había cosechado, fue una experiencia nueva para ella.

Salimos de entre las plantas de maíz algo sudadas, pero con una buena bolsa de jojotos para hacer cachapas. Mejor imposible.

Regresamos a casa y observamos un hermoso árbol florecido, con un color muy llamativo, pero que adorna muy bien el paisaje, y aproveché de capturar el momento.

Casualmente, a las 2 de la tarde pasó el transporte que trabaja para esa localidad y aprovechamos para regresar en él; es más económico que las motos y mucho más seguro.

Y este fue parte de mis días. Un día emocionante y lleno de aventuras.