Dejar ir y sanar

INTRODUCCIÓN

Todos tenemos a esa persona a la que nos aferramos más de lo que deberíamos.
A veces es amor, a veces es miedo y, a veces, simplemente no queremos enfrentar la vida sin ellos. Esta es mi historia, no solo sobre la angustia, sino sobre lo que sucede cuando dejas de rogar que te elijan and y comienzas a elegirte a ti mismo.

¿Alguna vez te has aferrado a alguien, algo, una cosa, un lugar o un momento? Y si es así, ¿cuáles fueron las razones que te llevaron a eso?

Una vez me aferré a alguien a quien debería haber dejado ir hace mucho tiempo.
Su nombre era Anita.

Aguanté durante casi cuatro años, a través del silencio, las respuestas frías, las promesas incumplidas y el tipo de amor que destruye silenciosamente tu autoestima.

No me quedé porque ella me trató bien.
Me quedé porque pensaba que el amor significaba aguantar, incluso cuando me dolía.

Cómo Empezó Todo
Nos conocimos en la boda de un amigo en Uyo. Llevaba un vestido azul cielo y aretes dorados, y algo en la forma en que se reía hizo que todos en la habitación giraran la cabeza. Ni siquiera se suponía que debía asistir ese día, pero algo me dijo que fuera.

Empezamos a hablar. Hicimos clic instantáneamente.

Ella me hizo sentir visto, no solo escuchado. Nuestras conversaciones fueron profundas, cálidas, reales. En poco tiempo, nos enviábamos mensajes de texto todos los días, visitándonos todos los fines de semana. Realmente creí que había encontrado a mi persona.

Y por un tiempo, tal vez lo hice.

¿En qué te apoyaste o qué te motivó a dejar de lado lo que estabas aferrándote?

Por Qué Aguanté
A medida que pasaba el tiempo, el cambio llegó lentamente.
Menos atención. Respuestas más cortas. Más distancia. Al principio, le puse excusas. Probablemente esté abrumada. Tal vez sea solo una fase.
Pero en el fondo, lo sabía.
Algo había cambiado.
Aún así, seguí aguantando.
Porque creía que la gente pasa por temporadas.
Porque recordé quién solía ser ella.
Porque no quería sentir que había perdido todo ese tiempo.

Principalmente, aguanté porque tenía miedo de dejarlo ir y comenzar de cero.

El Punto de Quiebre
No fue nada dramático.
Era un martes normal. Me dirigía a casa en un keke, atrapado en el tráfico, mirando su charla.
Dos días. Sin respuesta.

No " Oye."No" He estado ocupado."Solo silencio.

Ese fue el momento en que me di cuenta: soy el único que sigue luchando por esto.
Cuando llegué a casa, me senté en la oscuridad un rato, con el teléfono en la mano.
Y me susurré a mí mismo: "Esto no es amor. Ya no.”
Ese fue el principio del fin.

Lo Que Me Ayudó A Dejar Ir
No fue rápido ni limpio. Dejar ir vino en pedazos.

Silencié su estado. Dejé de releer nuestros viejos chats.
Comencé a escribir en un diario, derramando las cosas que no tuve el coraje de decir en voz alta.
Una noche, me derrumbé frente a mi hermana. Le dije: "Ya ni siquiera sé quién soy.”
Ella me miró y respondió: "Entonces es hora de averiguarlo.”

Eso golpeó de manera diferente.

Así que me lo tomé con calma. Me concentré en mi paz: trotar por la mañana, escuchar música, orar más, cocinar para mí nuevamente.
No hice estas cosas para olvidarla.
Los hice para recordarme.

Según tu experiencia, puedes saber si te sentiste sanado después de poder soltar aquello a lo que te estabas aferrando. Describe claramente esa experiencia después de lograr dejar de lado eso.

El Día Que Finalmente Lo Dejé Ir
Eran alrededor de las 11 de la noche. Ya estaba acostado cuando ella envió un mensaje.:
"Oye just solo registrándome.”
El viejo yo habría respondido de inmediato.
Pero esa noche, no sentí la emoción habitual.
Solo me sentía cansada.
Lo leí. Lo borré.
Y luego, por primera vez en mucho tiempo, dormí, pacíficamente, sin esperar una respuesta.

¿Dejarme Ir Me Curó?
Sí. Despacio, pero sí.
No borró los recuerdos. No cambió el pasado.
Pero me devolvió la paz.
Ya no caminaba sobre cáscaras de huevo. Ya no revisé mi teléfono esperando que ella recordara que existí.
¿Y la mejor parte? Empecé a sonreír de nuevo. Naturalmente. Genuinamente.
Dejarlo ir no significaba que dejara de amarla.
Significaba que empecé a quererme más a mí mismo.

¿Crees que es posible ser feliz aferrándote a alguien o algo?? ¿O crees que para ser feliz es necesario saber soltar cosas o personas que no nos convienen?

Puedes sobrevivir. Puedes sonreír. Puedes tener momentos.
¿Pero profunda felicidad? El verdadero tipo, el tipo que te llena sin agotarte, solo llega cuando dejas de aferrarte a algo que te sigue rompiendo.
No puedes crecer mientras te aferras a alguien que ya se fue.

¿Crees que es más fácil o beneficioso dejar ir o aferrarte a alguien o algo?

Suelta o Agárrate: ¿Cuál Es Mejor?
Aferrarse se siente más seguro. Familiar. Pero lentamente te come por dentro.
Dejar ir toma fuerza. Es doloroso. Pero es libertad.
Es crecimiento. Es curativo.
No la perdí.
Perdí la ilusión de quién quería que fuera.
Y a cambio, encontré a la única persona a la que había estado descuidando todo el tiempo —
Yo mismo.

Pensamiento Final
Si te aferras a alguien que ya no aparece por ti, pregúntate a ti mismo:
¿A qué te aferras exactamente: amor o miedo?
El silencio que temes después de dejarlo ir no te destruirá.
Te sanará.
Porque a veces, lo más poderoso que jamás harás...
es alejarse sin odio, y volver a casa contigo mismo.

Invito a @kwinberry @calculuseyo1 @samuelbrilliant a participar en este concurso.