Un relato misterioso

  La creatividad es una capacidad que podemos aplicar de manera magistral en el mundo de la escritura y, gracias a ella, nuestra imaginación nos sumerge en un escenario tan inverosímil que, comprendemos lo mágico que es escribir historias literarias.

  Particularmente, amo la escritura y, aprovechando que nuestro amigo @cruzamilcar63 auspicia una dinámica donde puedo crear un relato con sabor misterioso, me sentí motivada a decir presente. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  Es noche de luna llena. Los gemelos Peraza han perdido la noción del tiempo por estar trabajando duro en el campo. Al percatarse de que se avecina el ocaso, detienen su faena y Rumildo va al fondo del granero para ver la hora en el viejo reloj colgante que les obsequió su patrón.

—Hilario, faltan 3 minutos para que oscurezca. Gritó Rumildo—. ¡Santos cielos! Hay que irnos, ¡Ya!— dijo Hilario con voz nerviosa.

  Rápidamente, guardan las herramientas de arado, cada uno ajusta unas bolsas de frutas y verduras en el manubrio de la bicicleta para emprender camino por la pradera. La camisa de ambos se infla como bomba, siendo esta la señal de la intensa velocidad que llevan, pero un golpe seco en la rueda delantera de Rumildo lo ha tumbado.

  Hilario frena bruscamente su bicicleta para ver qué sucede con su hermano que está tendido en el caminito de la pradera cuando, una brisa fuerte causa el chirrido de los árboles que hay alrededor. Al acercarse a Rumildo, lo zarandea y le grita con desespero, porque está caliente e inconsciente.

  Varios segundos después, en estado nauseabundo, Rumildo comienza a recuperar la consciencia, pero un fuerte golpe tumba a Hilario, dejándolo tendido sobre un charco de sangre. Centenares de murciélagos salen de los árboles cuando, al fondo del caminito, se ve una espeluznante silueta que tiene en el cuello una soga colgando.

  Asustado, Rumildo se levanta e intenta correr, pero un lobo que ha saltado del árbol de almendros lo intimida mostrándole sus grandes colmillos llenos de sangre. Pensando que este mamífero placentario se lo va a comer, siente cómo los nervios recorren lentamente todo su cuerpo hasta dejarlo petrificado.

—Ustedes, los humanos, ¡No aprenden!. —dice el espectro cuando un candado sella la mano de Hilario en la soga que le cuelga en el cuello

  En ese momento, los nervios de Rumildo incrementan más, porque se da cuenta de que está frente al espectro del pueblo. Nuevamente, intenta correr, pero el lobo lo neutraliza caminando alrededor de él. Entre agónicas lágrimas, Rumildo pide clemencia asegurándole que no volverán a recorrer la pradera en noche de luna llena.

  Una risa sarcástica retumba en toda la pradera, haciendo vibrar los árboles y la carretera. El espectro le dice a Rumildo que el alma de Hilario le pertenece, porque es el precio que deben pagar por perturbar su camino cuando la luna llena y él se encuentran con todas las almas que están en el inframundo gracias a la maldición de los humanos.

  Sin emitir más palabras, el espectro se marcha galopando como si fuera un caballo. Sus pisadas son tan fuertes que, han generado un temblor y, los tres aullidos esquizofrénicos del lobo, han alertado al pueblo que, el espanto, se adueñó de un humano. Durante el amanecer, los pobladores buscan pistas de quién fue la víctima.

  Toda la mañana el pueblo estuvo convulsionado por la búsqueda y, en horas de mediodía, el dueño de la bodega encuentra a Rumildo en estado embelesado. Intenta darle agua, porque lo ve en un serio estado de deshidratación, pero este no deja de tener la mirada perdida en la pradera.

—Se llevó a mi hermano. —balbuceó Rumildo desde esa tarde que lo encontraron hasta su cumpleaños #98 cuando murió

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

^{Las imágenes presentadas en esta publicación, fueron generadas en Canva IA}