La Venganza: Un Camino que Nunca Conduce a la Paz
La venganza suele nacer del deseo de justicia, pero en realidad, muchas veces termina alimentando el rencor y prolongando el sufrimiento. Es una reacción emocional que puede parecer justificada, pero que rara vez ofrece una solución real al conflicto o al dolor causado.
Buscar venganza no repara el daño, solo lo transforma en un ciclo de resentimiento. Cuando alguien actúa desde el enojo, pierde claridad y se deja dominar por impulsos que terminan afectando no solo al "otro", sino también a sí mismo. La venganza consume energía emocional, deteriora las relaciones y puede conducir a consecuencias legales, morales o psicológicas difíciles de revertir.
En cambio, optar por el perdón y la reflexión permite sanar verdaderamente. No se trata de aceptar el daño, sino de decidir que ese dolor no seguirá marcando nuestro presente. Liberarnos del deseo de venganza es un acto de fuerza interior, una forma de reconstruir la dignidad y abrir la puerta al crecimiento personal. La verdadera paz no se conquista castigando, sino sanando.