Una experiencia paranormal

El Museo Nacional de Colombia ubicado en Bogotá, es considerado una de las edificaciones más hermosas de la ciudad, por su forma de panóptico. Pero este lugar antes de encerrar obras de artes y la historia del país, fue una cárcel, se llamó Penitenciaria de Cundinamarca. Inicio sus operaciones en el año de 1876 con alrededor de 207 celdas, donde eran encerrados presos políticos, violadores, ladrones y asesinos. Una cárcel llena de crueldad y de tratos inhumanos fue testigo de suicidios y fusilamientos.

Desde su clausura en 1930, después de más de 50 años de operación, los presos fueron trasladados a la nueva penitenciaria llamada la Picota. El motivo de la clausura se comenta que ya la cárcel no formaba parte de las afueras de la ciudad, si no, que ya formaba parte del centro de Bogotá. Por ser un sitio lleno de maltratos, crueldad y tristeza, todas esas energías al pasar de los años quedan encerradas y las almas de los presos que perdieron la vida allí, siguen deambulando por el lugar.

Los que me conocen saben que soy sensible a las energías y que puedo sentir y ver cosas que no son visibles para los demás. Desconociendo el origen del lugar, un domingo decidí conocer este museo emblema de la ciudad, disfrute cada una de las salas de exposición, pero, al llegar al tercer piso me conseguí con un cuarto pequeño que desde afuera se puede ver que conserva las ventanas originales de la cárcel con barrotes y la pintura original donde se ven dibujos y escritos que hicieron las personas que ocuparon el lugar.

Al ingresar al lugar sentí energías negativas, las cuales me hicieron por un momento
entristecer pero sacudí mi cabeza reaccionando a que algo estaba pasando, la mitad de mi cara y mis manos estaban increíblemente calientes, pues, las almas que estaban allí traban de comunicarse y hacerme sentir el dolor que ellos pasaron, mi compañero noto mi comportamiento extraño, pues comencé a tocar las cadenas, las paredes y todo los objetos que hacían parte del pequeño cuarto, sentía mucha tristeza pero a la vez miedo porque habían personas a las cuales no les veía el rostro pero estaban muy cerca de mí. Le comunique a mi compañero lo que pasaba y el en su excentricidad pudo creerme que algo pasaba ya que el lugar se puso frio y como si estuviera full de personas, cuando solo éramos él y yo los que estábamos allí.

Redacción: Daniel Navarro 20190210_165150.jpg20190210_165007.jpg