Una imagen, una historia

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La severa crisis que afectó, en todos los órdenes, la realidad de nuestro país, sobre todo a partir del año 2015, fue deteriorando de manera inclemente la educación universitaria hasta que llegó un momento en que la población estudiantil comenzó a disminuir significativamente y los espacios físicos -tanto las áreas verdes como sus edificaciones- sufrieron un despiadado deterioro, debido al pillaje y las arbitrariedades de quienes, sin ninguna conciencia, diezmaban sus bienes. Las personas que ya teníamos largo tiempo laborando en nuestra Universidad de Oriente expresábamos el profundo dolor que nos causaba aquello, sin que desde la administración central surgiera alguna iniciativa para detener tan desoladora debacle.

Después de ese oscuro período que sumió a Venezuela en una constante angustia, apareció entonces la terrible amenaza de la pandemia, el Covid 19 que mantuvo al mundo entero en emergencia y nos obligó a mantenernos dentro de los ámbitos hogareños. La universidad, por supuesto, se quedó por completo solitaria durante aproximadamente dos años y el deterioro que ya había comenzado antes se incrementó de una manera tan preocupante que parecía imposible de recuperar. Sin embargo, una vez que el peligro generado por el agresivo virus fue controlado, las autoridades y el escaso personal docente, obrero y administrativo que todavía estaba dispuesto a continuar luchando por la institución, junto al reducido número de bachilleres que aspiraban a continuar sus estudios, comenzaron a poblar, poco a poco, el campus con el propósito de rescatar la perdida normalidad educativa.

No fue nada fácil. Las edificaciones estaban casi en ruinas y los servicios básicos, como agua y electricidad, no existían, además resultaba bastante difícil instalarlos. No obstante, todos los que nos empeñamos en salir adelante, a pesar de los severos problemas, fuimos implementando nuestras labores con grandes sacrificios y logramos finalizar un épico semestre que sirvió como ejemplo para que las actividades continuaran su curso… Uno de esos días en que nos enfrentábamos a las múltiples carencias que intentaban doblegar, pero no pudieron, nuestro espíritu de lucha y el amor por la docencia, florecieron los flamboyanes en la universidad. Fue como un mágico saludo de la naturaleza, un maravilloso gesto que nos decía que transitábamos por el camino correcto.

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Invito a los amigos:
@elider11,
@akmashakir y
@shehnaz

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_{Nota: La imagen pertenece al autor y fue tomada con la cámara del teléfono móvil, modelo: Samsung SM-A135M.}