_{Ecos de la libertad olvidada F}
Los árboles del parque central de la ciudad sentían las caricias de la brisa de la mañana, un reflejo recordatorio de un símbolo de libertad y prosperidad. Ahora los susurros de miedo y miradas clandestinas sustituían las sonrisas infantiles. El Sol se asomaba tímidamente en un cielo gris como acentuando la soledad en este rincón del mundo.

Carla estaba inmersa en sus pensamientos tan densos que imaginariamente el banco donde se sentaba, no podría soportar esa pesada carga. La duda y la certeza se bamboleaban en su mente haciendo resonancia con los latidos de su corazón que ya no podría soportar.

_{Carla absorta en sus pensamientos F}
El corazón de una madre, como muchas en nuestro país, se debatía entre dos mundos opuestos. Por un lado, la invadía la angustia que generaba la incertidumbre de un país secuestrado por una pandilla que había robado la esperanza de la gente. Ya no existían calles vibrantes, llenas de alegría y fervor de lo que estábamos hechos los venezolanos, sino de tristeza y miedo.

Carla no podía dejar de imaginar un futuro donde sus hijos crecieran en una distopía, con sueños truncados y acompañados por la oprobiosa opresión. En su pecho resonaban el eco lejano de una época perdida, abrumada por cada hecho de abuso y corrupción que llenaban su rostro de lágrimas que buscaban respuestas en un sombrío horizonte.

Por otro lado, Carla sentía en su pecho la ardiente convicción que no podía ser callada. “Nada dura para siempre” era su mantra en sus oraciones, detrás de aquella imperiosa sombra yacía un rayo de esperanza por descubrir. Imaginaba un país emergiendo del horror, donde la luz de la verdad genuina se abriera paso como una daga justiciera que venciera el miedo.

La Humanidad está plagada de historias de sufrimiento pero también de resiliencia. Carla pensaba en un “nuevo museo del horror” donde se divulgara por el mundo la memoria colectiva de un país cuasi aniquilado por el ultraje de su libertad y democracia, llevado a cabo desde adentro del sistema existente.

Esa convicción crecía cada día en Carla pero también en las calles desoladas donde la resistencia se sentía como un murmullo aparentemente leve. Aún había quienes luchaban y tenían una voz, eran artistas y activistas que estaban decididos a contar tantas historias silenciadas. Estaba surgiendo un movimiento articulado furtivo bajo la sombra del miedo, la valentía de los caídos y la fuerza de los que se resistían.

Pasaba el tiempo, algunos meses, suficientes para que Carla se empoderara en su comunidad alimentándose de la esperanza que su gente le proveía. Sus murales se convirtieron en un movimiento que narraba la historia del país hasta la oscuridad del presente. Cada pincelada tejía un relato de inmenso dolor que cobraba mayor fuerza, un grito de rebeldía contra la tiranía.

_{El bastión de la libertad F}
Finalmente, una gran marcha con la proclama de Carla “La justicia llegará” alzaba la voz entre la muchedumbre, resonaba el eco de la libertad olvidada como un ave fénix renaciendo de sus cenizas, sensación envolvente en el espíritu del pueblo que comenzaba a soñar nuevamente con aquel país otrora bastión de la libertad en América.

El futuro seguía incierto pero Carla había encendido la llama en cada paso victorioso, su renovada certeza lidiaba con las dificultades que intentaban opacar su fe en que la luz de la libertad iluminaría a su país. Se gestaba una nueva historia, entre dudas y certezas, que haría temblar los cimientos de la tiranía y el regreso de nuestra libertad.

Saludos a @cruzamilcar63

Notas:

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