La pelea es peleando

in Steem Venezuela9 hours ago

Los años no pasan en vano, traen consigo lo vivido, y aunque no vivamos del pasado sabemos que hoy día somos lo que somos gracias a ese pasado.

¿Qué ya no hay nada que hacer para arreglarlo o para hacer las cosas diferentes? Eso debemos tenerlo bien claro. Aprender para no caer de nuevo en los mismos errores, es parte del conocimiento adquirido.


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Este conocimiento nos va formando el carácter y nos implanta en el espíritu, la manera cómo seguiremos enfrentando la vida; Dependerá de qué tan fuerte nos hicimos. Aparece luego la resiliencia, que es esta capacidad de que hayamos aprendido con arraigo, el cómo actuar para enfrentarnos a las siguientes situaciones de la vida, en forma tenaz.

Yo empecé mi vida de mujer adulta a los 15 años de edad. Me inscribí en una escuela técnica yo sola. Mi padre que era quien me podía inscribir, no me ayudó. Se negaba a que yo estudiara en una escuela para enfermeras. Desde ese entonces mi vida de mujer independiente comenzó.

Ya todo me tocaba a mi solucionarlo y cuando me decían que debía llevar a mi representante, me daba risa. Yo pagaba mis estudios con las becas, yo me representaba. Hice mi carácter a través de tantos inconvenientes.

Estudie por 3 años mi carrera técnica, recibiendo siempre las críticas de mi padre pero las felicitaciones de todos los demás de mi familia. Tuve mucho rencor y llevé por muchos años resentimiento por mi padre por su falta de cooperación en mis estudios.

Con los años me enamore más de mi carrera y decidí emprender de nuevo otra carrera, pero ahora universitaria. Mi padre como siempre tan cooperador, me dijo que él ya no me ayudaría en esa carrera, porque para él, yo no necesitaba estudiar más. Esta vez me reí mucho, y le dije “si usted no me ayudó en mi primera preparación técnica quien le ha dicho que yo puedo pensar que cuento con usted para seguir con una carrera universitaria.”

Lo hice sola, con mis recursos. Llevando golpes, decepciones, trabajo duro y constante. Obteniendo becas. Unas veces con ganas de abandonar. Llamaba llorando a mi madre y le contaba lo mal que me había ido y ella sólo me consolaba diciendo…

“Vente, aquí está tu casa. Te fuiste porque quisiste, pero no debes luchar tanto. Regrésate.”

Eso me daba más tristeza porque no era lo que quería oír. Tan sólo me dijera, sigue que tú puedes, lo lograrás. No, nunca me lo dijo. Así que opté por no llamarla nunca más para contarle mis pesares. Sólo le contaba mis triunfos y alegrías.


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Me mudé tantas veces, mientras estudiaba, me quedaba sin dinero. Para comprar lo mínimo en la universidad, para comer, para pagar mi residencia.

Vi como muchos de los que empezaron estudios conmigo no pudieron seguir adelante, porque sus familiares no le podían pagar más sus estudios. Me entristecía pero me daba más ánimo para yo seguir adelante.

Cuando estuve en mi último año de estudio, me enviaron a un pueblo pero que contaba con un hospital grande. Allí estaban mis profesores de todas las últimas materias de las pasantías. Conocí a un cirujano, mi profesor, supo por boca de mis compañeros que yo estaba atravesando por una situación muy difícil.

Me quedé totalmente sin dinero. El trabajo que hice justo en las últimas vacaciones no me lo habían pagado. No podía llegar hasta mi ciudad por que las pasantías no me lo permitían. Así que pasé unos meses muy mal.

Como les dije, el profesor supo de mi situación y pidió al comedor del hospital que me diera la comida del almuerzo por unos meses hasta que yo resolviera. Las licenciadas del comedor no se opusieron y yo pude hacer una comida al día por unos meses. Gracias a mi profesor y a las licenciadas de nutrición de ese hospital. Dios haya bendecido sus vidas donde quieran que se encuentren. Y a mi profesor de cirugía, supe que murió joven aún, que descanse en paz.

Pude llegar a mi ciudad y pasar a las oficinas de recursos humanos para que me resolvieran lo del pago de mis últimas suplencias allí, y así fue. Cuando me vine de regreso tenía depositado mi dinero, de mis últimas suplencias en el hospital donde trabajé.

Luego llegó la enfermedad de mi madre. Ya había terminado las materias y solo debía cursar las pasantías y las teorías que faltaban. Todos los viernes me regresaba a mi casa, a ver a mi madre.

Conseguirle tratamiento paliativo para su enfermedad. Hasta que terminé mis estudios. No pude celebrar nada en absoluto. Apenas me dieron mi título, al día siguiente me regresé a mi casa.

Ahora comenzaba otro capítulo que terminaría muy rápido. Con la muerte de mi madre a los dos meses de yo graduarme. Ella tenía una enfermedad en el pulmón que no le dio tregua.

Lo logré, logré estudiar. Logré graduarme. No me atrasé, me gradué con muchos de los mismos compañeros con los que comencé la carrera.

Pensé que celebraría por semanas mi triunfo. Con mi familia, mis hermanos y mi madre. Pero solo me tocaba asistir al funeral de mi madre y olvidarme de mi celebración.


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Es toda una vida de lucha, pero cuando algo se quiere con la seguridad en el alma de que sí se puede lograr, entonces solo queda decir …

"Nunca rendirse”


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Esta es mi participación en el concurso auspiciado por @inspiracion. En la comunidad Steem Venezuela.

Invito a participar a @wlin, @sariana y @zory23.

Sigan el enlace

Las fotografías son tomadas con el Redmi Note 9, las flores son de mi jardín.

Los banners son realizados con la aplicación de Canva.


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 6 hours ago 

Los años jamás pasan en vano, tal cual lo dices amiga. Aunque no podemos retroceder en el tiempo, de ellos queda muchísimo aprendizaje y cada situación que vivimos siempre nos deja algo que nos hace más fuerte, más sabios.

Admiro todo el sacrificio que hiciste para culminar tu carrera, pero sobre todo, admiro aún más esa capacidad de resistencia que nos describes que pusiste de manifiesto para alcanzarlo... Solo aquellos que de verdad quieren algo, son los que continúan hasta el final sin rendirse jamás.

Tu historia me recuerda mucho a todo el sacrificio que hizo mi madre para estudiar sin el apoyo de sus padres, aunque ese caso no por negativa, sino porque ya su capacidad para ayudarle había llegado a su límite... Habían más hijos. Pero aún así, ella, al igual que tú siguió adelante sin rendirse, inclusive conmigo y mis hermanos acompañándole.

Me encantó leerte. Éxito y bendiciones.