Lago Lomond (Primera Parte)

in Steem Venezuela5 days ago

Hola a todos.

El cuento de hoy estará dividido en dos o tres partes porque es demasiado largo para los estándares de un solo post.

Tiene referencias a otra cultura así que tómense su tiempo para leer.

Lago Lomond

(Primera Parte)

Andrew Abernathy dormitaba en el borde de la gran cama de su cuarto, dejando la mayor cantidad de espacio a sus dos hijos quienes sí descansaban como era debido. La cabeza le dolía. Las visiones de sueño apenas tenían vida cuando algún sonido del mundo de la vigilia le forzaba a abrir los ojos. La tensión era pesada como si ocurriese un incendio y este generase un humo espeso que amenazara a quien se negara a irse de la casa.

Apenas había comido el día anterior. El hecho de que todo ocurriese el fin de semana en que Nick y Charlotte, producto de su primer y único matrimonio, se quedaban con él era lo que más le preocupaba.
Andrew no soportaba la mezcla de hambre, insomnio y las emociones que empañaron su retorno a casa.


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La explicación de Alyth sonó a mentira idiota. De la clase que diría alguien para escapar de la responsabilidad de sus actos. Consciente de esto, Alyth aprovechó que estaban en el cuarto que Andrew había dispuesto para ella y empezó a desvestirse y mostrar su verdadera naturaleza. Andrew se apoyó en una cómoda y parpadeó varias veces. El mueble no era suficiente soporte para él y su terror: Alyth cambiando de forma, su voz saliendo de mezzo soprano de la garganta de un Clydesdale de pelo negro y crin, cola y plumaje blanco que resaltaba un tono castaño hermoso admitiendo haber matado a Walther Abercrombie, su vecino más cercano. Era demasiado.

La kelpie explicó el porqué de sus actos, pero Andrew no escuchaba. Su respiración entrecortada apenas le daba para no desmayarse. Una que otra palabra penetró sus oídos. Alyth recobró su forma humana, caminó hasta la puerta y la abrió tanto como su pudor le permitió. Andrew corrió y buscó a sus hijos. La kelpie se encerró con llave y esperó lo peor. Las horas pasaron y no llegó a escuchar las sirenas de la policía, Andrew no llamó a la puerta ni irrumpió en el cuarto, acompañado de sus amigos con la intención de acabar con el monstruo que ven en ella.

La muerte era lo único que ella podía ver en cada escenario.


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Mientras preparaba el desayuno, que para esa hora era ya casi almuerzo, Andrew revisaba los mensajes ignorados y las llamadas perdidas de parte de Nicholas, el hermano del ultimado. Su instinto de cazador y de policía era suficiente para saber que, para vengar a Walther, debía acabar con Alyth. Bastó con un mensaje al número equivocado, sólo eso, para que saliera a la luz una verdad tan fantástica como incómoda.

Andrew Abernathy bajó la llama y dejó que la tortilla se cocinara, tomó el teléfono y revisó los mensajes que lo llevaron a este estado.

La dislexia de la tía Colleen le incomodaba a la hora de leer lo que le había escrito al policía. Por esa ocasión, la discapacidad intelectual de la mujer fue dejada de lado para enfocarse en el contenido del mensaje.

—Haquí stá Josie khon Alytt —junto con una foto adjunta del equino y de su amante.

¿Por qué no sospeché que haría esto?, mascullaba por quinta vez. Él sabía por qué no pudo hacerlo: no tenía ni idea de la existencia de la foto ni que esto pasaría.

Todo lo que la tía Colleen podía ver era Nick Abercrombie y Nick Abernathy, eligió el primer número a las prisas antes de que se olvidara a quién enviar el mensaje. Vio las contracciones de los dos primeros Nicholas de su lista de conocidos. Sólo vio las cuatro primeras letras del apellido de cada uno. El siguiente Nick se apellidaba Campbell.


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Su tía, una mujer de sesenta y cinco años, de un solo hijo y con una dislexia que la avergonzaba, quería compartir las mejoras del pony de su sobrino segundo y exponer al resto de la familia la recuperación del divorcio de Andrew; por lo que mandó la foto a Nick, su hijo menor, el jueves anterior al fin de semana.
O, al menos, esa era la intención.

Cuando terminó de cocinar, sirvió un plato grande para Alyth y él y lo llevó a su cuarto. Entró sin llamar. La mujer abrió los ojos y lo observó acercarse en actitud pacífica. Andrew le hizo señales para que comieran juntos. Al ver que su empleador y amante tomaba un tercer bocado de la misma fuente, Alyth se animó a comer también.

Cuando ya no quedaba nada, Andrew le pidió que le contara toda la historia de la muerte de Walther.
Los padres de Alyth, Callum y Catriona Murphy eran kelpies libres y se ganaban la vida como guardabosques. Su vida se vio alterada cuando Walther Abercrombie ingresó en la casa familiar y tomó piezas de joyería que fueron dados a los Murphy tras su nacimiento. Al hurtar esos objetos enlazados a sus vidas, los convirtió en sus esclavos. Walther tenía mala fama entre los entrenadores y veterinarios del país. Cuidaba a sus animales, pero pagaba y maltrataba a sus empleados hasta el punto en que estos se iban y daban parte de la mala experiencia. Tanto Catrina como Callum temieron por el futuro que les esperaba. En un intento de recuperar el control, Callum recurrió a ingresar en su casa y robarlos. Walther lo descubrió y llegaron a la violencia. Lamentablemente, la muerte Callum Murphy fue catalogada como accidental. Walther puso una denuncia de irrupción e intento de robo y no pagó por los daños causados.


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Catriona y Alyth quedaron a la merced de Walther trabajando para él hasta que recuperasen las joyas, él falleciera o éstas quedasen destruidas. En este último caso, la sensación de debilidad se apoderaría de sus cuerpos y tendrían que pasar por un ritual que simule un segundo nacimiento para consignar más joyas.

Nicholas Abercrombie no vivía con su hermano, pero sabía de la presencia de las dos kelpies. En las visitas que hacía conversaba con Catriona. Ella no dejaba que se acercara a su hija, siempre la mantenía cerca y la educaba en las tareas que Walther las forzaba a realizar. El ganado caballar de la granja Abercrombie consistía en ponys galeses, Hackneys, Cleveland Bays y Shires. Equinos típicos del archipiélago en el que vivían. Al momento de trabajar específicamente con el ganado, madre e hija tomaban su forma natural. A la distancia, los vecinos y los turistas veían un par de Clydesdales rodeados de otros caballos sometidos a su control.


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